Cada año se jubilan un buen número de profesores y
maestros. Quiero decir que dejan de asistir a diario a las clases, no que dejen
de ser docentes porque cualquier profesora, cualquier maestro, cuando les llega
la edad del retiro, nunca se convierten en jubilados a secas, sino que
siempre son una profesora jubilada o un maestro jubilado y esa conservación del
sustantivo explica muy bien la esencialidad y la trascendencia de la educación.
Los novatos en jubilación han sido héroes durante
décadas completas de su vida. Han formado parte- y siempre la formarán- de la biografía
de miles de personas. Sus enseñanzas, su huella, quedan impresas en la memoria
y el alma de la generación siguiente, que no va a olvidar, por ejemplo, el
nombre de los planetas del sistema solar, el teorema de Pitagoras o los
fundamentos de la democracia, incluso cuando olvide el nombre de quienes se los
enseñaron.
Prácticamente ninguno de los docentes que se jubila
consigue titulares en la prensa. El respeto de sus compañeros, el
agradecimiento y la emoción de sus alumnos - que la hay y en grandes dosis-
quedan casi siempre ocultos en el ámbito privado. Y sin embargo ellos son
aquellos a quienes la voz de un niño dijo “enséñame el mundo”y dedicaron la
vida entera a responder esa llamada.
A partir de hoy yo misma seré una maestra jubilada pero, como "mantengo el sustantivo", la sala de profesores seguirá abierta. Muchas gracias a todos por venir a este encuentro.
Hace poco se jubiló una amiga querida y me hizo recordar a mis maestros, aquellos a los que tengo que agradecer serlo yo. Y pensaba en lo afortunados que fueron sus alumnos y sus padres, el amor que puso en cada uno de ellos. No te conozco más que a través de tu blog pero la esencia "maestril" que destilan tus entradas me gustan. No te jubiles del blog. Un abrazo
ResponderEliminarGracias, Natxo. Sí, me gusta seguirme sintiendo maestra. De momento, continuamos. Gracias por acompañarme.
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