BIENVENIDOS

Bienvenidos a esta sala de profesores. Gracias por compartir conmigo las ganas de pensar sobre educación.



lunes, 16 de diciembre de 2019

Luces de Navidad





Se acerca la Navidad. Ya están encendidas las luces que iluminan los escaparates y ocultan el estado de las aceras. Los niños y las niñas pasarán, a partir del día 20, muchas horas en casa. ¿Las pasarán todas en casa?

Me preocupa muchísimo la escasez de niños en los parques, su ausencia en los teatros y conciertos navideños que en estos días se suceden en pueblos y ciudades.

Me preocupa la falta de referencias religiosas, culturales y tradicionales de la Navidad. Mis alumnos no dibujan ya un portal de Belén ni a los Reyes Magos, desconocen la mayoría de los viejos villancicos y ni siquiera saben lo que son los polvorones. 

Esperan la Navidad porque es un periodo de vacaciones, para aferrarse a los videojuegos y para abrir regalos que ya no conmemoran las ofrendas que recibió el Niño al nacer. Ahora son cataratas de paquetes porque toca, porque sí.

Los niños ya anticipan que si van de comida familiar, les plantarán delante una pizza y una pantalla, para que estén quietos y callados. ¿Cómo van a saber lo que es el besugo? ¿Lo que es el turrón? ¿Lo que es la fiesta de la familia?

¿Cómo van a saber los niños lo que es de verdad la Navidad? ¡Si a la mayoría de los adultos también se nos ha olvidado! 

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Mirad este pequeño homenaje al cine clásico que hace una alumna de segundo de primaria. La película se llama Luces de la ciudad, claro, pero hasta esa pequeña equivocación me parece maravillosa. No sé si haberles permitido conocer la magia de Chaplin me habrá hecho a mí mejor profe, pero me hace feliz saber que Charli formará parte de su herencia.



Deseo de corazón que esta Navidad sea feliz para todos los que tenéis la generosidad de seguir este blog. Os deseo que esté llena de música, de familia y de infancia. 

De niña me contaron que en la noche de la Nochebuena paraban todas las guerras. No era verdad, seguramente, pero la belleza de este tiempo en que nace un Niño me enamoró entonces y aún se mantiene intacta para mí.

¡Feliz Navidad!

lunes, 9 de diciembre de 2019

Global competences




Hace un par de semanas, la asesora de programas de aprendizaje innovadores de la OCDE, Valerie Hannon, hacía una advertencia importante referida al informe PISA, ese sustancioso negocio que consiste en elaborar un ranking mundial de lo que un grupo de expertos, desde un despacho, considera buena educación. 

En una entrevista publicada en El País, la señora Hannon afirmaba que esas pruebas que nos ponen colorados en España, "no son sanas. No miden las aptitudes que necesitan los alumnos para este mundo actual, y fuerzan a los gobiernos a dedicar tiempo a mejorar las preguntas concretas que aparecen en el informe." Lo cual, por cierto, es una gran verdad. 

Anunciaba que a partir de ahora se pondrá en marcha una nueva prueba, Global Competences Education 2030, que medirá las habilidades sociales y los valores de los alumnos. La señora Hannon decía literalmente: “No estamos aquí para enseñar a almacenar conocimientos, sino a desarrollar competencias, que son valores y actitudes ante la vida.” Si hubiera sustituido la palabra "conocimientos" por "datos", yo estaría completamente de acuerdo. Educar es transmitir el modo de empleo de la vida: valores, actitudes y conocimientos. Al fin y al cabo somos un eslabón en la cadena de la humanidad y estamos obligados a conocer a los gigantes sobre cuyos hombros caminamos.

No sé cómo se apañarán para establecer un nuevo ranking, porque los valores son un asunto serio y complejo . Y, en cualquier caso, los valores y actitudes no son patrimonio único de la escuela. Efectivamente son la base de cualquier aprendizaje, pero encuentran su manantial en la familia.

Nadie ayudó a la escuela, asfixiada por los recortes, cuando las pruebas de PISA eran lo más de lo más. Si ahora queremos educar de verdad, habrá que ayudar a la familia.

sábado, 23 de noviembre de 2019

Dos críticas de Todo se olvida




La novela Todo se olvida ha recibido en estos días dos estupendas críticas literarias que me gustaría compartir.

En Todo literatura el escritor y editor Alberto Gómez publica una crítica extraordinaria. En ella dice: 


"No es fácil —es lo más difícil para un novelista— crear un mundo, hacérselo tangible al lector. Guaita lo consigue en sus novelas y de manera muy especial en Todo se olvida. Una obra que tiene, en el buen sentido del adjetivo, aroma de clásico desde su primera página."


Leer la crítica completa en Todo literatura


El escritor Jorge Pozo Soriano, escribe en su blog: 

"Mi sensación final os la podéis imaginar. No me voy a extender más. Solo voy a insistir en darle las gracias a Carmen por habernos regalado una historia y unos personajes de los que, por contradecir al título, nunca voy a olvidar. Leedlo. Hacedme caso. Leed a Carmen es, me atrevo a decir, beneficioso para salud y para el alma."

Leer la crítica completa en el Blog de Jorge Pozo Soriano


Gracias a ambos por ser tan generosos. Gracias también a Criptana, la protagonista de Todo se olvida, por las enormes alegrías que me está proporcionando.



martes, 19 de noviembre de 2019

A la intemperie




El pasado 14 de noviembre tuve el honor de dirigirme a los dos mil profesores asistentes al congreso de Escuelas Católicas. Me presenté ante ellos como lo que soy - una maestra católica que ha dedicado toda su vida a la enseñanza pública- para hablar de los desafíos que nos plantea este cambio de era histórica, y de la necesidad de mantener vigente la identidad y la esencia de nuestra profesión humanizadora. Compartí la ponencia con Pedro Huerta, superior de los Trinitarios, un pensador de primer orden y un verdadero maestro. Y para mí fue un honor pasar la jornada allí compartiendo experiencias.

Hubo polémica, sí. Pero la educación se enfrenta hoy a desafíos que trascienden la actuación de los políticos sobre ella. Ni la escuela pública ni la concertada van a desaparecer porque configuran el mapa escolar en nuestro país y entre ambas se escolariza el 95% de los niños y jóvenes. Y los maestros de las dos redes afrontamos los nuevos retos con vocación, con pasión y con preocupación compartidas. 

La escuela pública no es propiedad del gobierno, ni la concertada de las familias: ambas sirven a la sociedad. Los verdaderos problemas de la educación, los que realmente hay que abordar, están hoy fuera de los despachos. Pedro Huerta decía que debemos romper los invernaderos en que vegeta lo autoreferencial y educar a nuestros alumnos para vivir a la intemperie. 

Pues bien, mientras los políticos de todo signo discuten sobre el grosor de la espuma, así es como estamos todos los maestros: a la intemperie.

sábado, 9 de noviembre de 2019

Educación y violencia de género



El próximo 25 de noviembre es el Día Internacional contra la Violencia de Género, que la ONU propuso conmemorar hace ya casi veinte años. 

La violencia de género se identifica preferentemente con el maltrato físico hacia una mujer; no podemos olvidar, sin embargo, el maltrato psicológico, sexual o económico, la mutilación genital, el matrimonio forzado, el tráfico de mujeres, y otras manifestaciones como la violencia institucional, el acoso callejero o el acoso sexual.

La violencia de los hombres contra las mujeres es un atavismo, una disfunción estructural que lleva existiendo desde el origen de la humanidad. Hemos avanzado mucho en su transformación aunque todavía quede mucho por hacer. El rechazo hacia la violencia contra las mujeres, su penalización legal y social es un gran avance y debemos cuidar los mensajes políticos para no retroceder en algo que supone un progreso para las mujeres y para los hombres también.

¿Cuál es por tanto el papel de la educación escolar ante la violencia de género?

En el Informe sobre el desarrollo mundial 2018, Jim Yong Kim, el presidente del Grupo Banco Mundial, afirma: En el caso de los jóvenes, la educación fomenta el empleo, incrementa los ingresos, mejora la salud y reduce la pobreza. A nivel social, estimula la innovación, fortalece las instituciones y promueve la cohesión social. Los niños con los que la sociedad está más en deuda son aquellos que más necesitan de una buena educación para prosperar en la vida”.Como contraste a esta adjudicación de responsabilidades, León Tolstói  nos dice en Ana Karenina: “La mejora de las condiciones sociales es previa a la mejora que proporciona la educación.”

La escuela, por supuesto, tiene mucho que decir pero no todo, y esto es algo que debe quedar bien claro precisamente porque en la educación está la solución a este problema. Y sin duda es Tolstói quien tiene razón: es la sociedad la que debe renovar estructuras, emplearse a fondo en los problemas generados por la desigualdad; solo entonces puede prosperar la semilla de la educación. Es un grave error atribuir a la escuela una omnipotencia que no tiene frente a la fuerza de la educación en familia y a la configuración ética de la sociedad; ante situaciones cotidianas de desigualdad y maltrato que los niños observan en sus madres, o ante costumbres importadas que las familias no pierden cuando abandonan sus lugares de origen y que constituyen una estructura oculta, porque los avances sociales son inexorables pero las diversas culturas no los consiguen de manera homogénea. Por supuesto también ante la impresionante cercanía a la violencia de género con la que viven algunos niños, y la destrucción psíquica de quienes la han presenciado. Incluso, sin ir tan lejos, y observando a mis alumnas, ante las app que reproducen y perpetúan estereotipos. O ante los videojuegos violentos que ocupan un impresionante número de horas en la vida de los chicos. Porque no debemos olvidar que la educación contra la violencia de género implica también empoderar a los chicos en valores referentes al conocimiento y la cultura, al arte, a la sensibilidad… Y separar estos valores de lo femenino, acercarlos a la masculinidad.

Adjudicadas las responsabilidades, está claro que la escuela tiene mucho que hacer. Por ejemplo es seguramente el estamento que mejor representa ante chicos y chicas la imagen de mujeres profesionales, y las profesoras debemos ser conscientes de ello. 

Por supuesto, a las aulas llega el eco de situaciones de violencia de género desde edades muy tempranas; la certeza de que tiene lugar entre parejas y ex parejas adolescentes.  En los últimos años se está visibilizando, a pesar de todo, que los adolescentes cuentan cada vez con más herramientas para su detección y denuncia, y que la sociedad en general está tomando conciencia de la magnitud de la cuestión.

En la escuela tenemos deberes que realizar, por supuesto. Y hay que tomarlos en serio. Podemos identificar, por ejemplo, el lenguaje que empleamos, los espacios en los que nos movemos y la utilización que hacemos de ellos, los conocimientos y las labores que ponemos en valor (que dejan al margen aquellos que surgen de las mujeres, que invisibilizan las tareas de cuidados, que excluyen las emociones del discurso…), o los mandatos sobre cómo debemos relacionarnos unas personas con otras en función del género, la orientación, la identidad, el origen social y étnico o las diversas capacidades. 

Si tenemos en cuenta que, desde los primeros años de vida, la escuela es uno de los contextos de socialización más importante, y que a través de las dinámicas escolares podemos estar transmitiendo y repitiendo pequeñas violencias, es necesario contar con estrategias concretas para, por un lado, facilitar esa toma de conciencia propia y de las personas de nuestro alrededor (incluyendo al profesorado, al alumnado, las familias…) y, por otro, para aprender a detectarlas y reconducirlas.

Las escuelas estamos invitadas a la acción, a poner en marcha estrategias específicas en nuestro contexto educativo: el reconocimiento de la diversidad, el reconocimiento de las mujeres, la valoración y corresponsabilidad en los trabajos de cuidados, la convivencia y el empoderamiento personal por encima del género. Estos aspectos se concretan, a su vez, en propuestas en distintos ámbitos relevantes: los objetivos y contenidos del currículo, la metodología y organización del aula, las relaciones, los espacios, el lenguaje y los materiales didácticos. Todos los pasos didácticos deben hacernos más conscientes de cómo funcionan nuestros centros escolares, identificando y solucionando todos los aspectos negativos de la base de la pirámide en cuya cúspide está la violencia de género.

Estamos en ello, con un compromiso creciente y que debe ser cada vez mayor. Pero no olvidemos a Tolstói: La mejora de las condiciones sociales es previa a la mejora que proporciona la educación.”

El próximo miércoles 13 de noviembre participaré en una mesa redonda sobre Educación y violencia de género organizada por Ilunion.


martes, 5 de noviembre de 2019

El debate





No es que no hablaran de educación, de hecho esta vez- y de manera insólita- la educación era protagonista de uno de los capítulos del debate. A pesar de ello, los cinco le dedicaron un promedio de treinta segundos cada uno, en los cuales repitieron un par de eslóganes que habían memorizado.

No es tampoco que no supieran nada de educación. Eso no tiene importancia. Ya va siendo hora de decir que la educación es como la biología molecular, un capítulo fundamental de la vida de todos del cual sabe muy poca gente: solo quien la vive y reflexiona sobre ella.

Tampoco es que no les preocupe. El gobierno de un país se enfrenta a  retos que, en la urgencia del momento, disminuyen la importancia de un asunto cargado sobre las espaldas de las silenciosas familias y los silenciosos docentes.

Es, y ayer se vio muy claro, que no tienen sensibilidad para la educación y nunca van a comprender que debe ser el centro de la sociedad y por tanto de la política. Y ese es el problema.

La mayoría de los retos que estos candidatos deberán abordar tienen que ver con la mala gestión de la educación. Se suceden los gobiernos y nadie ve delante de sus ojos ese gigantesco problema.

Y todavía les parecerá, a ellos y a sus asesores, que hablaron de educación.

viernes, 1 de noviembre de 2019

Lo que tantos niños me enseñaron





Nos encontramos ante una crisis de civilización cuyas consecuencias desconocemos, sin embargo sí hay algo claro: la salida de las crisis personales está siempre en las personas. Por eso, hoy más que nunca es momento de educar bien.

Los centenares de niños de cuya biografía formo parte me han enseñando que la clave de buena educación estriba en conseguir personas completas, equilibradas, felices y capaces de hacer felices a los demás; capaces de recuperarse después del sufrimiento, de encontrar salida, es decir, personas con valores.

Me han enseñado que les son imprescindibles los valores positivos porque permiten empoderarse, dar poder a las propias capacidades. Me han enseñado que quieren aprender cómo llevar las riendas de la vida desde su propia fuerza interior y no desde las exigencias externas. 

Me han enseñado que, en una sociedad cortoplacista, necesitan y añoran un proyecto personal, para sentir su proyección en el tiempo y no solo el vértigo del presente. Me han enseñado que frente al individualismo, precisan el personalismo: sentirse uno y único, tener conciencia de vivir entre los otros.

Me han enseñado a amar la vida. ¿Qué significa esto? Viajar hacia el interior, hacia la propia esencia, descubrir nuestra individualidad y apreciar nuestro estar en el mundo en un lugar y un momento concretos, rodeados de otros que también son únicos e insustituibles. Somos diminutos eslabones en la gigantesca cadena de la historia de la humanidad, sí, pero indispensables en el aquí concreto en que debemos desenvolver todas nuestras capacidades: insustituibles hijos de nuestros padres, padres de nuestros hijos, amores de nuestros amores, amigos de nuestros amigos, significantes para quienes nos conocen. Cada vez únicos. Comprender esto es la clave para amar la vida. Y es una clave espiritual.

Me han enseñado también que entienden la austeridad y que somos los adultos quienes estamos atrapados en el consumo; que entienden también la exigencia de responsabilidades y les gusta notar que confiamos en ellos y que, por su parte, van creciendo en edad y sabiduría.

Me han enseñado que les encanta pensar y que soy yo, adulta, quien no les doy paso para que expliquen su propia visión del mundo.

Me han enseñado que entienden el verdadero sentido de la disciplina como sujeción voluntaria a una serie de requisitos para la consecución de un fin.

Me han enseñado que precisan, que es para ellos vital, el fortalecimiento de los vínculos de la familia. Y que les gusta acompañar a otros en el sufrimiento y la alegría, no otra cosa significa la palabra compasión.

Existe en nuestras casas y nuestras escuelas la posibilidad de la libertad, la posibilidad de la educación, no todo está escrito, no todo se desarrolla en Internet. Las cosas de las cuales se dice que sólo ocurren cada mil años, son cosas que suceden a diario tan sólo con que exista el observador. Nuestro papel es ese: observador de las posibilidades de cada uno de nuestros alumnos, partera que las saca a la luz, individuo libre en busca de su esencia que sabe convertirse en referente y marcar el camino. No es fácil, la tarea de educar nunca lo es, pero es inapelable.

Gracias a tantos niños y niñas que me han enseñado.

martes, 22 de octubre de 2019

"Sirve para maestro"




Cuando preparaba el libro Memorias de la Pizarra tuve el privilegio de entrevistar a personas extraordinarias que habían dedicado su vida entera a la educación y mantenían viva la llama de su vocación. Así demostraban que un maestro que se jubila no es un jubilado a secas porque nunca pierde el sustantivo “maestro”. Uno de ellos, el profesor Joaquín Campillo, me regaló el original de un artículo suyo titulado “Juventud y vocación.” De él extraigo esta reflexión insuperable:

A veces se puede considerar la vocación desde el ángulo de lo profesional como un necesario y cotidiano hacerse del hombre. Una profesión para la vida. En este camino encaja la vocación docente, que requiere a la vez compromiso ético personal y aptitudes concretas.

En las últimas seis palabras se condensan el ser y el deber de la profesión docente. La aptitud, la vocación, la preparación profesional y el compromiso ético son los cuatro pilares que deben sustentar el desempeño de la docencia.

La vocación está reconocida como un requisito básico. Sin embargo de la aptitud, del hecho de servir para ser educador, se habla mucho menos. Aún así, es indispensable porque los profesores no somos ni funcionarios ni técnicos, sino intelectuales capaces de potenciar a las personas a través de la educación, el conocimiento y la cultura. Nuestro objetivo no es que los alumnos alcancen buenos resultados en las pruebas de evaluación sino que aprendan de verdad. Pero sobre todo, nuestra tarea es iluminar los proyectos de quienes deberán construir el futuro. Y para cumplir esta función social que nos trasciende debemos ser capaces de realizar un ejercicio de conciencia profesional pero también humana porque, como dice Unamuno, “la única conciencia de que tenemos conciencia es la del hombre”. De ahí la obligación de poner la aptitud pedagógica al servicio de las fragilidades y fortalezas de cada alumno y su proyecto, un día tras otro hasta el último del curso escolar, de la carrera profesional, de la vida.

La enseñanza ha perdido prestigio. Este hecho desanima a los estudiantes con vocación, por eso estamos obligados a aumentar la consideración social de la docencia. A veces se habla de atraer “a los mejores estudiantes”; yo prefiero decir “que ninguna vocación sincera se pierda.”

Como primer paso, no estaría nada mal un acceso propio para las Facultades de Educación que valorara no solamente la nota académica sino la capacidad personal – “¿Te gusta comunicarte? ¿Te gusta compartir lo que sabes? ¿Cómo te sientes cuando estás con niños y adolescentes?”- la vocación “embrionaria” del solicitante, sus motivos para querer ser profesor y sus expectativas ante la tarea docente.

Y una vez dentro de la Facultad, revisemos lo que se debe aprender allí, porque la docencia es una profesión hacia afuera, en la que debe tener cabida lo nuevo, lo científico y técnico en el máximo nivel de rigor y solidez, pero es también una profesión hacia adentro, eminentemente ética. Lo explica bien un aforismo antiguo: “Aplicad la inteligencia a la docencia porque os guste enseñar. “



sábado, 12 de octubre de 2019

Gestionando hijos





El próximo 16 de noviembre participaré en el evento Gestionando hijos. Este es el enlace.

Gestionando hijos

Y esta es la entrevista en la que anticipo lo que intentaré aportar.


                                
1.       Tendemos a pensar, hablar y debatir sobre la educación que damos a nuestros hijos, pero ¿nos olvidamos de todo lo que ellos pueden enseñarnos a nosotros?

Así es. Con frecuencia nos olvidamos de que nuestros hijos son personas plenas y absolutas, distintas a nosotros desde el principio de su vida. ¡Nos olvidamos incluso de cuánto nos quieren ellos a nosotros! Siempre tenemos en cuenta nuestro sacrificio, todo lo que hacemos por ellos y lo que estaríamos dispuestos a hacer, y perdemos de vista cuántas cosas nos perdonan y todo lo que hacen ellos por nosotros, como poner en nuestras manos su confianza absoluta. De una persona que mira el mundo por primera vez se puede aprender mucho. Es cuestión de escuchar sus sentimientos y reflexiones, y no simplemente “lo que les apetece” o “lo que han hecho”.

2.       Tu ponencia en nuestro próximo evento de Gestionando Hijos se titula “Lo que nuestros hijos nos enseñan”, ¿qué aprendizajes destacarías sobre lo que has aprendido desde que eres madre?

Mis hijos, con sus diferentes caracteres, me han asombrado siempre, y por supuesto ahora que son adultos directamente me guían. Responder a sus requerimientos, entenderlos, disfrutar de verlos crecer, ha sido el más feliz aprendizaje de mi vida. De mi hijo mayor he aprendido a profundizar en lo que me rodea, una conexión con la realidad- como un mindfulness- que él tiene de manera natural desde muy niño; del menor, he aprendido la resiliencia, porque él se rearma siempre con calma después de un problema, tiene una inmensa libertad interior y, en mi fuero interno, lo llamo “el maestro zen.” De ambos, he aprendido a protestar, es decir a no aceptar lo inaceptable. He aprendido también que, como todas las personas, no “se parecen” a nadie, y esa es la premisa para aceptar que tienen muchas cosas que enseñarte.

3.       Te dedicas a la docencia, por lo que tu vida está (y ha estado) rodeada de niños y niñas, ¿esto te hace ver la vida desde otra perspectiva?

Ser maestra es un privilegio absoluto, un regalo que la vida me ha hecho. Conocer a las personas en el momento en que descubren el mundo, formar parte de ese descubrimiento abriendo las ventanas del conocimiento, convertirme en parte importante de su biografía… ¡Enseñar a leer! Increíble. Un privilegio, no se me ocurre otra forma de llamarlo. Cada día, literalmente, vivo en la escuela momentos de una belleza que no se puede ni explicar.

4.      ¿Qué mensaje quieres enviar a los padres, madres y docentes a través de tu ponencia?

Precisamente, que tener hijos es un privilegio. Me preocupa que empecemos a verlo como un problema, una limitación o un cansancio. Los años más felices de la vida son cansados, sí. Y no viajas tanto, ni vas tanto al cine, es verdad. ¡Pero tienes el mayor espectáculo del mundo en tu propia casa! Hay allí una niña o un niño que sienten por ti un amor incondicional, que esperan tu amor y necesitan tu capacidad de educarle bien. La belleza no es estática, se mueve, corre y grita. La belleza es la infancia.

5.       ¿Estamos cerrados los adultos a seguir aprendiendo y disfrutando como niños?

Me parece que aprender y disfrutar no es patrimonio de los niños. Nosotros podemos aprender y disfrutar como padres, como adultos. Lo que nuestros hijos necesitan es, precisamente, que seamos adultos. Abiertos, curiosos, alegres, risueños, con sentido común, con sentido del humor, con paciencia y con ganas de estar con ellos, pero adultos. Los padres infantilizados son algo artificial y extraño porque no son niños ya, les falta autenticidad.


6.       Hablamos mucho sobre la importancia de la conciliación porque los padres necesitan tener tiempo para la familia, pero muchas veces se nos olvida la importancia de que los niños pasen tiempo con sus padres. De esta manera, tenemos niños sobresaturados de extraescolares para paliar el tiempo en el que los padres trabajan. ¿Crees que si la sociedad pusiera más el foco en los niños, temas como la conciliación laboral estarían más superados?

La falta de conciliación me preocupa muchísimo porque veo sus efectos en la vida de muchos niños. Y también veo los efectos del agotamiento de los padres, de su necesidad de tiempo libre también. Es un problema social gravísimo que, sin que nos demos cuenta, está transformando el panorama demográfico y social.
Y la niñera electrónica, esa Mary Poppins con forma de tablet o teléfono, directamente me parece un experimento cuyas consecuencias veremos, en unos años, con auténtico dolor. Espero no ser catastrofista, es que la ausencia de los padres en la vida de sus hijos, incluso cuando están todos juntos, me preocupa de verdad.

sábado, 21 de septiembre de 2019

Una conversación sobre Todo se olvida


Me gustaría invitaros a una conversación sobre Todo se olvida.

Será el miércoles 25 de septiembre a las 19 horas, en la Librería Paulinas 
de la calle Bravo Murillo , 114, 
con la periodista Mari Ángeles Fernández. 
Nos acompañará el violinista Simón Rondón.

La novela sigue cosechando buenas críticas. Han dicho de ella:

"Una obra maestra." (Antonio Hernández, poeta, premio nacional de Poesía)

La protagonista de esta escalofriante fábula de misericordia es una cantante de ópera cuya carrera vertiginosa comienza a deslizarse hacia el abismo de la desmemoria. Con su vida nos da una impresionante lección: dejar las cosas más transparentes que antes lo estaban. Este libro hay que leerlo con mucha cautela, hay muchos puntos de mira que avizorar. " (Valentín Arteaga, poeta)

"Desde las primeras líneas te dices a ti mismo: es una novela de Carmen Guaita. Qué difícil es tener una voz que soporte las variaciones de tema y qué reconocible es la suya. Y qué facilidad para atraparnos, para que lo que sucede a los personajes lo hagamos nuestro y nos incumba." (Alberto Gómez, novelista y editor)

"Escribe una mujer y por primera vez reconocemos en una novela la fragilidad de los personajes masculinos, de nosotros los hombres." (Manuel Francisco Reina, poeta y novelista)

"Es una novela y una ópera." (Alejandra Vallejo Nájera, psicóloga)

"Hay momentos de escritura de verdadera altura, es emocionante y profunda, hay una pasión inmensa y un respeto por el mundo del arte, por la entrega hacia lo creativo. Personajes dolientes y trágicos que luchan por ser mejores y que van hacia su final como héroes." (Carmelo Gómez, actor)

"Criptana me ha sanado al meterse dentro de mí." (Susana Martínez, estilista)

"Carmen está llamada a codearse con los mejores escritores de este país." (Jaime Quevedo Soubriet, editor)

Y sobre todo el texto maravilloso se cierne la pregunta: ¿Qué es el olvido? (Mari Ángeles Fernández, periodista.)

Esta novela habla del perdón, de la vuelta a la consciencia, de la realidad más oscura a la luz. Me gusta mucho cómo describe Carmen lugares, ambientes, rostros y almas. Y cómo crea personajes y los relaciona con personajes reales. Me he sorprendido buscando en Internet algún nombre. (Álvaro Santos, periodista y editor. )

La ha escrito así porque la autora quiere que el mundo sea mejor. (Juan Antonio Corbalán, médico y deportista)

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No sé si será para tanto; sé, con toda humildad, que es lo mejor que he escrito. Agradezco mucho a todos esta lectura generosa de Todo se olvida.
Y os espero para conocerla el miércoles 25 de septiembre.




martes, 27 de agosto de 2019

El último principio




Una bella canción popular rusa dice: “Me resulta difícil hablar, pero también no hablar, de lo que llevo en el corazón.” Un sentimiento parecido me embarga ante este principio del curso escolar que será el último de mi vida profesional puesto que, si todo va bien, me jubilaré en el próximo mes de febrero.

Me resulta difícil hablar de la jubilación porque debo comenzar el curso con las pilas puestas. Quiero decir que debo programar, preparar, aprender, innovar, conocer a los alumnos, sintonizar con ellos, inundarme de esperanza para acompañarlos como si fuésemos a estar siempre juntos. En pocas palabras, eso mismo que están haciendo ahora todos los profesores y maestros.

Y me resulta difícil no hablar de la jubilación porque debo realizar un balance de la vida: cuarenta años en la enseñanza, una profesión que es una forma de ser.

  • Ser comunicativo y estar comunicado, porque en el perfil del docente está siempre la palabra, el diálogo entre seres humanos. Maestros y alumnos nos comunicamos cara a cara, afirmándonos en el lugar que ocupamos sin dejar de afirmar al otro. Durante cada curso escolar, conectamos profundamente nuestras vidas en un espacio donde todos aprendemos y crecemos como personas.
  • Ser eminentemente ético, porque en el diálogo educativo el maestro comparte con el alumno sus conocimientos – claro está- pero también sus convicciones y expectativas, sus valores, por eso el diálogo se desenvuelve en la más compleja riqueza de lo humano, y es tan difícil de explicar que, como diría Lope de Vega, solamente quien lo probó lo sabe.
  • Ser digno, por la condición de profesional esencial. Se es maestro, se es profesora. Ineludiblemente. Mientras dura su camino común, cada profesor es un referente ético para cada alumno; por su parte todos los alumnos son apelaciones a la excelencia moral para el maestro. La tarea docente transmite el mundo para que pueda ser mejorado por la generación siguiente, que a su vez habrá de transmitirlo. Y ese avance, durante el cual las generaciones se suman, es profundamente, dignamente humano.
  • Ser trascendente, transformador, emocionalmente arraigado en la realidad, máster en el manejo del carácter propio y del paso del tiempo, consciente de la autoridad que conlleva la responsabilidad inmensa que asumimos.
  • Ser vocacional, una persona interesada por las personas que sabe apreciar la belleza de quien se está abriendo al mundo.Sentir un profundo respeto por uno mismo. Educar es comprender y hacerse comprender, respetar y hacerse respetar.
  • Haber aprendido a conocerse y a conocer a los demás para trabajar en equipo y sentirse miembro de una comunidad educativa. Aprender a decir sí y no, y a dar crédito a lo frágil para reconocer en cada alumno sus potencialidades. Aprender a no llevarse los problemas de casa al aula, a liberarse de la dictadura de lo ya hecho miles de veces y a plantearse cómo hacerlo siempre todo por primera vez.



En febrero del año 20 diré adiós a una profesión de privilegio, productora de felicidad por sí misma. O tal vez no diré adiós, porque resulta que nunca en mi vida he trabajado como maestra; lo soy que es algo diferente.

Llegará febrero, pero a día de hoy, entre programaciones y caritas nuevas, deseo un buen curso para todos.



La canción a la que aludo se llama "Noches de Moscú" y me encanta esta interpretación en vivo del gran barítono Dimitri Horovstovsky, que ahora comparto.



domingo, 26 de mayo de 2019

Mi tercera novela: Todo se olvida





Ya está aquí mi tercera novela:


«Perdonado es como se siente por dentro quien perdona».
                                                                                                

Criptana Senzi, la Alondra, fue una gran soprano pero lleva veinte años enferma de Alzheimer y lo ha olvidado todo. El periodista Pedro Bennasar, encargado de escribir su biografía, debe recuperar el pasado de esta mujer sin recuerdos: su infancia manchega en Campo de Criptana, sus primeras actuaciones, el éxito y el dolor de una muchacha sencilla pero destinada a alcanzar la cima de la ópera en una trayectoria casi sobrehumana.

¿Por qué perdió Criptana Senzi la memoria? ¿Qué quiso olvidar? ¿Qué olvidó? Cuando Pedro descubre las cartas que Criptana envió a lo largo de su vida, comprende que deberá reconstruir también la suya propia.

He puesto el corazón en esta novela de música, dolor y esperanza, que contiene muchos personajes. Con ella completo la «trilogía sobre el perdón», de la que también forman parte las novelas Jilgueros en la cabeza y El terrario.

Ya ha recibido algunas críticas. Han dicho de ella:

Literatura de redención. 
Valentín Arteaga, poeta.

Sanadora y emocionante
Manuel Francisco Reina, poeta.

Impresionante. Te mantiene enganchado
Pastora Vega, actriz.

Un libro capaz de viajar de lo universal al interior de nuestra propia alma. 
Juan Antonio Corbalán, médico y deportista.

Personajes inolvidables en torno a una mujer que ha olvidado todo. O no. 
María Ángeles Fernández, periodista.

Enamora. Carmen Guaita ha construido un mundo. 
Enrique Montiel, poeta y novelista