Nunca hemos estado tan conectados entre nosotros. Y, sin embargo, el sentimiento de soledad no deja de crecer entre
la población española, sobre todo en los jóvenes, que han crecido con las
innovaciones digitales. Según un estudio de DYM Research, el 80% de los jóvenes
entre 18 y 25 años declara
sentirse solo. La percepción de la soledad crece entre quienes han cursado estudios
universitarios (67,1%), un dato que puede estar relacionado con la búsqueda de empleo fuera de su entorno de origen. De hecho la estadística
sube hasta el 91% en aquellos que
viven en pisos compartidos. Una de las conclusiones que extrae el informe es que aquellos que más soledad experimentan son también quienes más uso hacen de las redes sociales a diario. Las pantallas son el primer refugio; la conexión real con otras personas no constituye una alternativa.
Estos datos escalofriantes nos
permitirían hablar de una epidemia de
soledad.
Otro estudio, ¿Estamos
hiperconectados?, de la multinacional Ikea, cifra
en un 57% el porcentaje de personas que sufre aislamiento en su propia
casa sin estar solo, es decir, vive junto a su familia pero no se
comunica con ella a causa de que cada uno dialoga con su pantalla. Aquí ya no interviene la lógica. Para mí esta "soledad en familia" constituiría el nivel de máxima alerta.
Estas personas que sufren la soledad son muy jóvenes: la promesa del futuro. Nuestros alumnos, nuestros sobrinos, nuestros nietos,
nuestros hijos nos gritan, en silencio, que cada vez están más conectados y cada vez se
sienten más solos. Todo nos lo jugamos hoy mismo, en cada momento presente. ¿Dónde
estamos quienes les queremos? ¿En Instagram también? Volvamos a humanizarnos los que no somos tan jóvenes: vamos a mirarlos a los
ojos.
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