En este año difícil, árido y doloroso, en el cual hemos sentido más miedo que esperanza, quisiera felicitaros la Navidad con este vídeo y esta
historia real. La he escrito para compartirla con las familias de adolescentes a quienes oriento en la plataforma on line Universidad de Padres. Me hace ilusión que llegue también hasta vosotros a través del blog.
VAN CLIBURN, PRIMER GANADOR DEL PREMIO CHAIKOVSKI.
En los años cincuenta del siglo pasado, el mundo conservaba
aún las cicatrices de la Segunda Guerra Mundial y vivía dividido en dos grandes
bloques que competían por desafíos armamentísticos y económicos. Uno de los
bloques pivotaba sobre los Estados Unidos de América y el otro sobre la Unión
Soviética. Fue un periodo histórico complejo que se denominó “La Guerra Fría.”
En 1958, la tensión entre los EEUU y la URSS era máxima. Por
entonces, el gobierno ruso puso en marcha un concurso internacional para
pianistas al que denominó Premio Chaikovski. Aunque las bases permitían
presentarse a intérpretes de todo el mundo, la idea era demostrar la
importancia de la cultura soviética.
Van Cliburn, un pianista norteamericano de veintitrés años
que vivía en Texas, decidió presentarse al concurso. En su entorno hicieron lo
posible por desanimarlo. Temían que sufriera una mala acogida y estaban seguros
de que jamás podría ganar un premio soviético. Solo dos personas lo apoyaron:
su madre y su profesora de piano, Rosina Lhevinne, que era rusa de nacimiento.
Van Cliburn era ya un gran virtuoso pero no muy conocido. Era
demasiado joven. Durante unos meses practicó las piezas que iba a presentar al
concurso, todas de compositores rusos, y llegó a ensayar hasta dieciocho horas
diarias.
Fue el mejor desde el principio. El público ruso lo adoraba, y
después de cada ronda del torneo lo aplaudía de pie hasta diez minutos
seguidos. Un chaval de Texas era quien mejor interpretaba la música rusa. El
día de la final, su interpretación fue tan maravillosa que el jurado del
premio- formado por artistas míticos de la órbita soviética- llamó a Nikita Krushev, el jefe de Estado de la
URSS y le dijo: “¡Tenemos que darle el premio al americano!” Krushev respondió:
“Pues si es el mejor, que gane.” Y acudió como público a todos sus conciertos
posteriores.
Van Cliburn se hizo famoso en todo el mundo. Su premio
propició la primera conversación amistosa entre los gobiernos americano y ruso,
y se considera el principio del fin de la Guerra Fría. Sus interpretaciones
durante el concurso fueron grabadas y se pueden ver en Internet.
Quisiera proponeros disfrutar estos días de Navidad de una muy especial: el RACH 3.
El Concierto para piano
y orquesta nº 3 del compositor ruso Serguei Rachmaninov está considerada la
pieza más difícil compuesta para piano. Tanto es así que muy pocos pianistas lo
pueden tocar. El propio Rachmaninov nunca interpretó en público la parte más
difícil: la cadenza ossia del primer
movimiento, que empieza en el minuto 11’30 de este vídeo. Van Cliburn tocó el
RACH 3 completo, en Moscú y ante los rusos, con veintitrés años. Sigue siendo
una interpretación de referencia, muchos la consideran la más bella de la
historia.
Van Cliburn es un ejemplo de fuerza de voluntad y
perseverancia, pero también de autonomía. Si hubiera tenido miedo al público,
al viaje, al reto de tocar música rusa en Rusia siendo americano, si no se
hubiera sentido seguro de sí mismo, no hubiera conseguido llegar a la cima. Y
tal vez la Guerra Fría hubiera durado más tiempo.
Por cierto, lo que hace al empezar el concierto es leer una
carta de amor que alguien le ha dejado sobre el piano. No os perdáis la parte
final, la de los saludos, para comprobar cómo el arte, cuando es verdadero,
conmueve y une a los seres humanos por encima de bandos y de políticas. Y cómo los que son grandes de verdad suelen
ser humildes también.
El director de orquesta, Kirill Kondrashin, es también un
mito. Es maravilloso observar cómo el gran director ruso y el joven pianista
americano se respetan y se admiran mutuamente.
¡Disfrutad
de Van Cliburn y del RACH 3!
Si os
engancha, buscad su interpretación del RACH 2- el Concierto para piano nº 2 de Rachmaninov- también en Moscú durante el
concurso. Es muy emocionante.
***
Existe el Arte, existe lo trascendente, existe la belleza, existe la esperanza, existe el amor. Y aunque nosotros caminemos por un valle de lágrimas, merece la pena existir, vivir y construir con los demás, para los demás.
Gracias muy especiales por haberme acompañado y animado durante el proceso de escritura de la novela La Ventana. Muy pronto la tendremos en la mano.
¡Feliz Navidad!