BIENVENIDOS

Bienvenidos a esta sala de profesores. Gracias por compartir conmigo las ganas de pensar sobre educación.



domingo, 26 de febrero de 2012

El valor de las cosas pequeñas

Vivimos rodeados de las pequeñas cosas cotidianas, de las herramientas corrientes, esos objetos que todos usamos a diario y en los que no nos fijamos porque cumplen tan perfectamente la función para la que fueron diseñados que se han hecho invisibles. Sin embargo ellas son las mejores manifestaciones de la dignidad y la capacidad de la especie humana, e incluso sirven como motor de confianza en la pervivencia de la humanidad. Y esto es así porque están hechas por la gente corriente, por artesanos anónimos y no por los grandes inventores cuyos hallazgos les han permitido pasar a la Historia.


¿Cómo eran los hombres que fabricaron por primera vez una cuchara, un lapicero, un pincel, un picaporte, una llave, un dado, un biberón o unas tijeras? ¿Y los que encuadernaron por primera vez un libro, que se coge con la mano y contiene el mundo entero? ¿Y quienes inventaron las cerillas o los globos de colores? ¡Son inmejorables! He leído que hay pocos prodigios de la invención humana similares a una escalera, porque es una forma que no existe en la naturaleza sino que brota de la esencia creativa del hombre.

La vida está llena de estos pequeños utensilios que empleamos a diario sin darles valor alguno, como si fueran naturales. Pero son muestras de la capacidad del ser humano para resolver problemas complejos, manifestaciones de la inteligencia verdadera, que no es la acumulación de conocimientos - hoy los tiene un ordenador - sino la intuición.

Cuando parece que nos vamos a sumergir en una crisis irrecuperable y solamente se nos ocurren presagios oscuros con respecto a nuestro futuro, a lo mejor merece la pena volver a agradecer a quienes nos precedieron su capacidad de hacer cosas pequeñas.

Me gustaría valorarlas más, acariciarlas, mirarlas, agradecer su disponibilidad para mejorar mi vida y la de todos. Y a lo mejor ser capaz de llegar, desde ellas, a una visión más auténtica de las relaciones humanas, de la distribución del tiempo.

Estoy hablando de vivir más despacio, pararse para admirar el brillo del filo de unas tijeras, para acariciar una mesa de madera pulida, para saborear un tomate. Y de paso, por qué no, pararse para pensar, para mirar a los ojos de la pareja, para educar a un niño…

Hace años, uno de mis hijos, aún pequeño, me dijo: mamá, ¿por qué tú nunca paseas? Yo me quedé asombrada: ¡Pero si voy andando a todas partes, hijo!

- me contestó muy reflexivo - vas a los sitios, siempre estás yendo a sitios pero, ¿cuándo paseas?

¿Cuándo paseamos?

martes, 21 de febrero de 2012

Un alumno con desparpajo y un profesor con vocación.





La vocación del magisterio solamente puede darse en personas que estén interesadas por las personas. Y que, de entre todo el panorama de lo humano, sepan apreciar la profunda belleza de quien se está abriendo al mundo.

Una anécdota célebre puede ilustrar muy bien la importancia de este interés por los demás. Habla un profesor:

Una vez estuve a punto de ponerle una nota muy baja a un estudiante por la respuesta que había dado en un examen a la pregunta: ¿Cómo se determina con un barómetro la altura de un edificio?
El estudiante había respondido: ‘Lleve el barómetro a la azotea del edificio y átele una cuerda. Descuélguelo hasta la base del edificio, marque y mida. La longitud de la cuerda es igual a la del edificio’.
Quise darle otra oportunidad pero esta vez con la advertencia de que en la respuesta debía demostrar sus conocimientos de Física. Escribió lo siguiente:
“Tire el barómetro al suelo desde la azotea del edificio. Calcule el tiempo de caída con un cronómetro. Después se aplica la fórmula: Altura = 0,5.g.T2, y así obtenemos la altura del edificio.”
Le pedí que me diera otras respuestas. Entonces me resolvió el problema empleando complejas fórmulas de Física. Pero luego añadió: “Probablemente, lo mejor sea tomar el barómetro y decirle al conserje: Si me dice la altura de este edificio, se lo regalo”.
Entonces le pregunté si no conocía la respuesta convencional al problema (la diferencia de presión nos proporciona la diferencia de altura). Me dijo que sí la conocía pero que siempre le habían enseñado a pensar.
Aquel joven estudiante se llamaba Niels Bohr. Fue el renovador de la Física Cuántica y ganó el premio Nobel.
Es muy emocionante descubrir que dentro de ese muchacho pensativo estaba el germen de una de las mayores personalidades de la Ciencia en el siglo XX, pero para mí el héroe de la anécdota es ese profesor paciente y anónimo, dispuesto a escuchar los argumentos de un alumno hasta el final, interesado por la persona que va descubriendo en ese chico al que cualquiera hubiera podido calificar con un cero.
Aquel profesor vio la semilla que podría brotar porque amaba lo que un alumno cualquiera puede llegar a ser. Y ese amor interesado es una de las claves de la vocación docente. 

miércoles, 15 de febrero de 2012

"Y todo el esfuerzo que me pides, ¿para qué?"



La Defensora del Pueblo, María Luisa Cava de Llano, ha solicitado la inclusión del despilfarro de los bienes públicos como delito en el Código Penal, y lo ha argumentado en que los derroches de ayer están asfixiando hoy a los servicios esenciales: la Educación y la Sanidad.

He agradecido mucho a la señora Cava de Llano su firmeza frente a la pereza y la banalidad con que la mayoría de los españoles presenciamos ese guiñol carpetovetónico titulado: “Pero, ¿en qué se nos fue el dinero?”. Y es que nos estamos acostumbrando a ver la cabecera de los informativos como si fuera una de aquellas viejas películas de timadores de Tony Leblanc y Mariano Ozores, pero esta vez con el dinero de nuestros impuestos, de nuestros sueldos, de las prestaciones por desempleo y de las conquistas sociales.

La crisis está siendo amarga para la Educación. La enseñanza pública sufre brutales recortes en el número de profesores y en las retribuciones. Por segundo año consecutivo se congelan las oposiciones y surgen los temibles efectos colaterales de esta decisión: el aumento del desempleo por un lado y la vulnerabilidad del colectivo de interinos por otro.

Está por ver cómo sufrirán las retribuciones de los funcionarios durante ese “General Invierno” que se presagia para los próximos presupuestos generales del Estado.  Vamos a volver a la casilla de salida en las condiciones laborales que la negociación sindical mejoró en los últimos años: permisos, sustituciones, licencias, complementos retributivos…  Y a las familias se les venderán hasta la saciedad los beneficios de la enseñanza privada, con escasos resultados seguramente porque la crisis está afectando mucho a los bolsillos. Tanto que ya no hay espacio para la discusión entre las dos redes con la que nos gustaba perder el tiempo tontamente, en lugar de aunar esfuerzos.

De hecho, el propio Gobierno comprenderá enseguida que la dureza de los ajustes presupuestarios no es compatible con las modificaciones de calado en el sistema educativo. El Ministro tendrá que escoger entre recortes o reformas.

Entre todos tenemos que marcar un orden de prioridades sensato. No pueden tratarse de igual manera los recursos materiales y los recursos humanos, y si bien hay gastos que pueden suprimirse, los profesores y los programas educativos no.

En mi opinión no podemos consentir recortes en educación antes que en las partidas suntuarias porque “la gente” es nuestro recurso natural, y la educación, nuestra herramienta básica.

Tenemos que establecer un criterio de plantillas óptimas para los centros, de manera individualizada, porque no se puede mejorar el sistema educativo con más alumnos y menos profesores.

Deben convocarse oposiciones para cubrir las vacantes, estabilizar las plantillas, dar salida a los titulados universitarios y reducir el porcentaje de profesorado interino. De hecho, aumentando la precariedad será difícil plantear un nuevo sistema de acceso.

Deben mantenerse los programas educativos que garantizan la igualdad de oportunidades, piedra angular de nuestra estructura social. Es una locura que, por ejemplo, una comunidad como Baleares, cabeza de ranking en fracaso escolar, suprima los programas PROA.

Estas prioridades han de establecerse cuanto antes porque la enseñanza pública sigue cumpliendo la función social que está en su propia esencia y no puede perder. Los docentes tenemos que seguir trabajando con ganas por ella y por el futuro del alumnado y mirar a esta crisis como una oportunidad. Me preocupa mucho la desmotivación que empieza a cundir en los centros, como reflejo de la social. Es un peligro muy grave porque el pesimismo podría derrotarnos como un virus, desde dentro.

Habrá futuro y allí estaremos los profesores de la enseñanza pública. Con el cinturón apretado, como siempre; luchando, como siempre; convencidos y llenos de vocación, como siempre.

Pero no soy ilusa. A día de hoy, me preocupa qué puede responder un profesor al alumno que le pregunta: “Y todo el esfuerzo que me pides, ¿para qué?”

Por supuesto, hay una respuesta personal, ética. Y, aunque no sea fácil en una situación como esta, la apuesta por la formación siempre es acertada y facilita las oportunidades.

Pero en realidad esta pregunta nos la estamos haciendo todos y va dirigida a la gestión política. Quienes deben contestar están ya elegidos. La respuesta debe ser efectiva socialmente y moralmente ejemplar. Solamente así comprenderemos por qué nuestra aportación a la salida de la crisis, como ciudadanos, tiene que consistir en un sacrificio del bienestar conseguido hasta ahora.



jueves, 9 de febrero de 2012

¿Qué estamos haciendo?


Imagen del videojuego The Darkness II, al que se refiere la reseña de 20 minutos.


LEO:

En el diario 20 minutos un reportaje que se titula "La oscuridad tiene hambre".

El subtítulo dice: El mafioso Jackie Estacado vuelve a liberar el poder demoníaco que lleva en su interior en una historia frenética y sangrienta.

El recuadro destacado en negritas dice ( lo copio íntegramente):

Muertes creativas.

Cómo matas a los enemigos es importante, ya que cuanto más creativo y original sea el final que les asignes, el juego te concede más puntos de esencia, necesarios para subir las habilidades del personaje. Una opción puede ser, simplemente, dispararles o matarlos con los demonios que te acompañan. Aunque te saldrá más rentable coger a un enemigo, amputarle un miembro y lanzarle mientras lo partes por la mitad, o arrancar una puerta a un coche y usarla para taparte hasta que te acerques al enemigo lo suficiente para arrancarle la cabeza.

VEO:

En el telediario, la represión en Siria.

LEO DE NUEVO:

La educación después de Auschwitz, de Theodor W. Adorno.

Temo que las medidas que pudiesen adaptarse en el campo de la educación, por amplias que fuesen, no impedirían que volviesen a surgir los asesinos de escritorio. Pero que haya hombres que, subordinados como esclavos, ejecuten lo que les mandan, con lo que perpetúan su propia esclavitud y pierden su propia dignidad ... es cosa que la educación y la ilustración pueden impedir en parte.

ME PREGUNTO:

Pero, ¿qué estamos haciendo?

lunes, 6 de febrero de 2012

Soy profesor o profesora. Sin miedos y sin complejos



He recibido este texto por email. Merece la pena compartirlo.

Soy profesor/a sin miedos y sin complejos
 


Soy profesor/a, y me honro de serlo y me enorgullezco de mi profesión. Sí, tengo dos meses de vacaciones y un horario de docencia directa bastante denso.


Soy profesor/a, trabajo en el aula y fuera de ella y la gente no lo sabe y a mí no me importa.


Sí señores, soy profesor/a, con oposición, pertenezco al cuerpo  de funcionarios.


Soy profesor/a y no discuto los días de descanso de los bomberos, ni los de los funcionarios de prisiones.


Soy profesor/a y cuando voy al médico no le discuto su diagnóstico, sólo espero que me cure.


Soy profesor/a y cuando voy a mi abogado no le discuto de leyes, sólo espero que me defienda.


Soy profesor/a y cuando voy por la autovía, conduzco con confianza porque sé que la diseñó un ingeniero de caminos.


Soy profesor/a y vivo en una casa tranquila, la casa que proyectó en su día un arquitecto.


Y ustedes ¿quiénes son? ¿Por qué se atreven a decir que trabajo poco y mal?


Soy profesor/a y enseño cada día el camino a seguir para conseguir las competencias de una profesión.


Soy profesor/a y recojo cada curso a un montón de chavales de los que aprendo tanto como ellos de mí.


Y ustedes ¿quiénes son? ¿Por qué se atreven a decir que trabajo poco y mal?


Soy profesor/a y trabajo cada día con personas sensibles y frágiles porque aún no han alcanzado la madurez.


Soy profesor/a e intento inculcar trabajo, esfuerzo y dignidad para alcanzar el éxito personal.


Y ustedes ¿quiénes son? ¿Por qué se atreven a decir que trabajo poco y mal?


Me bajan el sueldo, me suben las horas de trabajo, me incrementan los alumnos en el aula…YO SÉ QUIÉN SOY


Pero… ustedes ¿quiénes creen que son?



 

ESCRITO


Está escrito en el periódico que Paula,  la pequeña de la foto, padece una enfermedad de las denominadas “raras”, que nació con muchos problemas y que su familia lucha para pagar sus costosos tratamientos.

Seguramente está abocada al sufrimiento y le espera una vida llena de dolor y tristeza. Ya se sabe que las primeras emociones condicionan el desarrollo vital y que se puede predecir cómo será el adulto a partir de las experiencias negativas de la primera infancia. Esto nos lo dice la opinión común y también lo afirman algunos estudios. Vamos, que está escrito.

Pues nos equivocamos, no lo está. En la vida de un ser humano no es posible el determinismo. La felicidad no es una fórmula científica ni una receta de cocina. Para quien tiene la vida por delante – y todos la tenemos cada nuevo día- solamente hay tres cosas verdaderamente escritas:

La primera es que somos singulares. Nadie ha sido, es o será como nosotros ni jugará el mismo papel en el mundo. Para que la realidad sea tal como es, cada persona es imprescindible con sus debilidades y fortalezas. La certeza de esa singularidad es el primer paso para vivir de manera más consciente.  Novela es el vivir y cada uno escribe la suya,  como decía Unamuno.

La segunda es que dentro de cada ser humano habita una energía poderosa, la capacidad de superar los problemas más graves y levantarse después de las caídas. Los psicólogos la llaman “resiliencia”, como esa cualidad física de los materiales que se doblan pero no se parten. En realidad es la fuerza de la propia vida, que desborda nuestro ámbito interior y nos impulsa a marchar siempre hacia adelante.

La tercera cosa escrita es que el amor cura. No hay más que mirar la risa de esta niña y de su abuelo para darse cuenta.

La historia de la pequeña Paula está por escribir. Ella es la autora.


jueves, 2 de febrero de 2012

WISLAWA SZYMBORSKA. In memoriam




ALGO SOBRE EL ALMA

Alma se tiene a veces.

Nadie la posee sin pausa

y para siempre.

Día tras día, año tras año

pueden transcurrir sin ella.

A veces solo en el arrobo

 y los miedos de la infancia

anida por más tiempo.

A veces nada más en el asombro

de haber envejecido.

Rara vez nos asiste en las tareas pesadas,

como mover muebles, cargar las maletas

o recorrer caminos con zapatos apretados.

Cuando hay que cortar carne o llenar solicitudes,

generalmente está de asueto.

De mil conversaciones

toma parte sólo en una,

y no necesariamente, pues prefiere el silencio.

Cuando el cuerpo nos empieza a doler y doler,

escapa sigilosamente de su hora de consulta.

Es algo quisquillosa:

con disgusto nos ve en la muchedumbre,

le repugna nuestra lucha por supuestas ventajas

y el rumor de los negocios.

La alegría y la tristeza no son para ella

sentimientos distintos.

Sólo cuando se unen está presente en nosotros.

Podemos contar con ella cuando no estamos seguros de nada

y tenemos curiosidad por todo.

De los objetos materiales le gustan los relojes con péndulo

y los espejos que trabajan afanosos aunque no mire nadie.

No dice de dónde viene ni cuándo se irá de nuevo,

pero evidentemente espera esa pregunta.

Según parece, así como ella a nosotros,

nosotros a ella también le servimos de algo.

Wislawa Szymborska (1923-2012) Premio Nobel de Literatura 1996. Alma de Polonia. Gracias por haberme hecho tan feliz.


miércoles, 1 de febrero de 2012

Sobre la función social





La enseñanza pública no puede perder su función social porque no la tiene añadida, como si “lo social” fuera un plus de realidad sobre un constructo metafísico, o un sombrero que se pone y se quita. La enseñanza pública ES su función social.

Este modelo de enseñanza, sostenida económicamente por todos los ciudadanos para garantizar la igualdad de oportunidades de todos, puede estar ausente, no existir, como sucede en el marasmo de los países más pobres; o puede desaparecer asfixiada por la competencia de lo privado, si quienes son responsables de ella olvidan que Einstein, Patarroyo o Mandela nacen a diario en pueblos y barrios donde no le conviene invertir a una empresa.

Pero si existe, desempeña una función social, como su aspecto constitutivo, esencial. Sin embargo, en el modelo de la enseñanza privada, absolutamente respetable, la esencia es la rentabilidad empresarial.

Precisamente porque la enseñanza pública no puede perder su función social, es objeto de confrontación ideológica; y porque no puede perder su función social, es imprescindible cuando hay Constitución, derechos, deberes y política democrática.

Sin embargo, la política sí puede perder su función social. Hay ejemplos dramáticos en los libros de historia e incluso en las cabeceras de los telediarios.

Según la última encuesta del CIS, la clase política en España constituye la tercera preocupación de los ciudadanos. En el comienzo de una legislatura, ante una gravísima crisis económica y de valores, nuestros políticos de todos los signos deben hacer – hoy mejor que mañana- un ejercicio de autocrítica severa, una renuncia clara a la corrupción, una apuesta expresa por la ejemplaridad y contra la prepotencia. Deben situar el bien común por encima de cualquier otro interés porque - avergüenza tener que recordarlo - para eso los hemos puesto donde están.

Si la escuela pública pierde su función social es porque ha muerto ella misma. Pero si la política pierde su función social, quien muere es la democracia.