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Bienvenidos a esta sala de profesores. Gracias por compartir conmigo las ganas de pensar sobre educación.



miércoles, 29 de julio de 2020

Lo que el viento se llevó





Hace unas semanas la polémica por la retirada, en una cadena de televisión on line, de la película Lo que el viento se llevó, me sorprendió releyendo la novela original de Margaret Mitchell que conocí hace cuarenta años. Entonces no percibí de una manera tan clara el racismo que destila; hoy se me ha hecho insoportable. Y esta evolución, que es mía, de mi propia manera de ver el mundo, me parece importante. Seguramente no soy menos racista hoy que a los veinte años, porque siempre lo rechacé. Solamente se ha ampliado el umbral de lo que considero racista.

Sin embargo me parece un grave error que se impida a la gente joven acercarse a esta película, en nombre de una supuesta protección de su sensibilidad o en la creencia de que así evitamos que copien esas actitudes, como si educar no fuera, también, preparar a un joven para conocer los hechos del pasado y cómo han evolucionado los criterios morales sobre ellos. Sin Lo que el viento se llevó no se entiende el Black lives matter ni el porqué de esos disturbios en un país cuyas heridas aún supuran.

Quien censura un testimonio del pasado quiere hacernos creer que la humanidad ha nacido hoy. Y eso es, ni más ni menos que lo que piensa un niño pequeño: que antes de él no había nada. Si perdemos la certeza de que formamos parte de un progreso moral, de que la humanidad, desde las cavernas a hoy, ha caminado a mejor; si no se nos enseña el lugar de donde venimos, entonces perdemos el sentido de por qué estamos aquí y no nos sentimos obligados a mejorar el mundo para nuestros hijos. Quien solo vive en el presente no entiende las expresiones antes y después y sufre enormes rabietas. A quien solo le importa lo inmediato se le puede manipular. Y al final tal vez se trate de eso.

La censura sobre el arte y la historia nos quiere transformar en una sociedad infantil. Es un arma peligrosa y nos la están imponiendo con naturalidad. Hay que decir bien claro que Lo que el viento se llevó es una película racista, porque lo es y mucho. Pero lo intolerable, lo que bajo ningún concepto se puede permitir es el racismo de hoy. Porque lo que hacemos mal hoy es lo vergonzoso. 

Ah, por cierto, resulta que nuestros jóvenes, con su ocio y sus fiestas, son ahora "irresponsables" e "insolidarios". Pero en mayo les dijimos que volviesen cuanto antes a las discotecas y no abrimos los institutos. Ahora quienes deben establecer cómo comenzará el próximo curso- "presidentes" y "consejeros" se llaman pomposamente- no tienen ni ideas, ni ganas ni dinero para aumentar el número de profesores. En esta pandemia, la educación es, tristemente, lo que el viento se llevó.