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Bienvenidos a esta sala de profesores. Gracias por compartir conmigo las ganas de pensar sobre educación.



domingo, 8 de marzo de 2015

8 de marzo: campo de gules



“En campo de gules señorea un libro amarillo coronado de un ojo de azur.” No sé expresarme con los términos de la heráldica así que probablemente he escrito una tontería, pero es que este logo de la Feria del Libro de Leipzig se parece mucho a un escudo. Por eso me ha parecido sintomático que las “escuderas” sean cuatro muchachas. Es como si el fotógrafo pintara una metáfora de la situación de las mujeres frente a la educación, lo que algunos expertos denominan falla sociológica.

Cuando los niños y las niñas se escolarizan juntos en igualdad de condiciones, en cualquier nivel desde infantil a la universidad, las chicas tienen un éxito significativamente mayor por su capacidad, su aplicación y su sentido de la responsabilidad, factores que se constatan casi como una ley. Yo lo estoy viendo ahora en mi clase y me parece casi imposible que ese desnivel de madurez entre chicas y chicos pueda salvarse con el tiempo. Sin embargo, no solo se superan las diferencias sino que se invierten. Cuando pasa un tiempo, las chicas ya no están en igualdad con los varones, ni siquiera ganan el mismo dinero por el mismo trabajo. No se sientan en las Reales Academias, no influyen en la economía, no dictan en las cátedras ni en el poder político… Han desaparecido. ¿Quién se las ha tragado? Una “falla sociológica”- en expresión de Miguel Ángel Santos Guerra- que, aunque va rellenándose con sudor e incluso con sangre, tiene aún abierto un profundo abismo.

No resulta difícil explicar por qué sucede esto. La mayor parte de los trabajos están diseñados por los hombres y giran a su alrededor. Obligan a las mujeres a sumergirse en ellos y a renunciar a una buena parte de vivencias personales que ellas quieren y necesitan experimentar también. Llegar a puestos de primer nivel es una carrera de obstáculos para hombres y mujeres, pero parece como si ellas además tuvieran que correr cargando con una mochila. Y, sin necesidad de remontarnos a las directivas, la jornada laboral interminable tiraniza a muchas mujeres que, sencillamente, tienen que llevar dinero a casa.

Este campo de gules muestra por tanto el color de la injusticia. Bienvenido sea el simbólico escudo que nos envía un mensaje: mujeres, solo la cultura – más argumentos sólidos a favor de lo verdaderamente femenino, más educación y más conocimiento - podrá rellenar los pliegues de la terrible falla sociológica.

Artículo escrito para la revista 21RS
 

sábado, 7 de marzo de 2015

Las TIC y la clase



He regresado al aula este curso después de trece años de trabajo en apoyo del profesorado de la enseñanza pública. Dejé una manera de impartir clase que no había cambiado en más de un siglo y, a mi regreso, he encontrado a modo de bienvenida la escuela 2.0. El cambio, que me ha obligado a adaptarme rápidamente, suscita en mí unas cuantas reflexiones sobre este encuentro, obligado ya, entre las TIC y la clase.

La primera reflexión es la importancia de la formación para adecuar la manera de dar clase a las posibilidades inmensas de las herramientas tecnológicas. Pero, con ser muy importante esta formación, precisa estar acompañada de un cierto grado de curiosidad, de investigación propia. Al fin, con las TIC es posible – es inevitable- innovar, introducir a diario cosas que no se habían hecho antes, y esto de una manera incruenta y sencilla. Mi ejemplo favorito es la vieja recensión al concluir un libro de lectura; una especie de castigo que aleja a muchos niños de la biblioteca escolar. Si, después de escribir una recomendación de la lectura, se filma un video, se enlaza un código BIDI y se incluye en el catálogo de la biblioteca, el sentido de escribir después de leer aumenta exponencialmente para los alumnos.

Y es que podría parecer que, para incorporar las TIC a la dinámica diaria de la clase, hace falta un cambio de actitud previo por parte del profesor. Hay incluso estudiosos que nos echan en cara a los profes, precisamente, la actitud rígida ante lo novedoso. Pues bien, yo creo que es el propio uso de las TIC, por sí mismo, el que produce un cambio de actitud. Las inmensas posibilidades de una pizarra digital o de una tablet desplazan inevitablemente de su lugar central al libro de texto, provocan nuevas formas de agrupar a los alumnos, abren posibilidades de aprendizaje más activo, colaborativo, en proyectos… Y esta innovación, más profunda de lo que parece, viene impuesta de manera natural y sencilla para el docente porque las TIC, desde el momento en que se encienden, permiten adecuar mucho mejor la clase a los alumnos concretos.

Por eso creo que, una vez que entran en el aula, pueden y deben impregnarlo todo, aunque sea en diferente proporción: unas veces como protagonistas, otras como herramientas auxiliares… Y esto porque son para los alumnos una increíble fuente de motivación, el lenguaje que ellos emplean ya permanentemente.

Ahora bien, el envoltorio externo del centro educativo debe ser amigable también. Quiero decir que será inútil realizar grandes esfuerzos en la formación del profesorado y en la adquisición de medios y materiales mientras las pruebas de evaluación, las CDI y las reválidas se sigan haciendo con lápiz y papel. Si las TIC no llegan a la evaluación de los alumnos, no cumplirán verdaderamente su función educativa. Y esta reflexión corresponde a los legisladores. Me pregunto cómo es posible la paradoja de que una nueva ley de educación, que menciona expresamente en su articulado la importancia de la tecnología en el aula, llene el sistema educativo de pruebas y exámenes realizados al más puro estilo napoleónico. Qué desastre.

Así que mis propuestas para mejorar la motivación del profesorado con respecto a las tecnologías son: incluir las TIC en los procesos de evaluación; convertir la elección de recursos tecnológicos y materiales didácticos on line en un asunto de centro, y potenciar la formación entre iguales y en red de los docentes, para mí, en este asunto, una de las más efectivas.

Mi último ruego sería contra la imposición del uso de libros de texto pero mucho me temo que esta es ya otra historia.
 
Intervención en el Foro AULATIC. Aula, 2015