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domingo, 3 de julio de 2011

NO FUE UNA MANIFESTACIÓN MÁS


El pasado 29 de junio, diez mil manifestantes recorrimos el centro de Madrid  en protesta contra el Pensionazo.  La manifestación, convocada por los sindicatos USO, ANPE, CCP, SATSE y USAE, de máxima representatividad en varios sectores profesionales, exigía que las instituciones parlamentarias no se hagan cómplices de esta reforma indecente e injusta de nuestra protección social y que se mejoren los aspectos más regresivos que se plantean en el proyecto de ley.

No fue una manifestación más. En primer lugar, porque no estaban las ya tradicionales banderas de los sindicatos de clase. A ellos esto de que ya para siempre a partir de ahora vayamos a trabajar más y a ganar menos les ha parecido un buen acuerdo, un acuerdo histórico. Ahora no pueden abanderar protestas. Aquella foto sonriente del acuerdo de las pensiones evidenció que ha desaparecido la distinción entre la política económica de la derecha y la izquierda. Por eso es el momento de los sindicatos sin color político, que no somos incoloros sino transparentes.
Además fue una manifestación ciudadana. Fue emocionante ver a muchísimos pensionistas sumándose a ella.
Todos los grupos parlamentarios, excepto lógicamente el del Gobierno, fueron permeables a las reivindicaciones que los sindicatos independientes presentamos en las semanas anteriores a la manifestación. CIU también, aunque ahora haya vendido su voto - y nuestro futuro- por ocho hospitales, lo que me parece más barato aún que el bíblico plato de lentejas. Ellos explicarán esta vergüenza cuando nos decidamos a preguntarles.
Se pueden hacer reformas de calado en nuestro país sin tocar las pensiones: fomentando el empleo, persiguiendo la economía sumergida, el fraude fiscal y la corrupción, disminuyendo el gasto suntuario ( ¡ay, ese helicóptero para sobrevolar la indignación!) y los privilegios de la clase política. Empleando el sentido común y la austeridad. Me tiemblan las manos cuando leo que España lidera la aportación mundial a ONU Mujeres, aportando cuatro veces más dinero que Francia, mientras castiga tan duramente a sus profesoras.
Por ahí no se va a ninguna parte. Por todo eso el 29-J no fue otra manifestación más. A los sindicatos del XXI nos oirán más veces.












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