En España, hace cincuenta años, las mujeres con carnet de
conducir eran pioneras perfumadas de insumisión. Prácticamente ninguna madre de
familia desempeñaba una profesión, aunque la hubiera estudiado, porque la
casada debía tener – atención a la frase- “la pata quebrada”. Manuela, la
primera doctora en Medicina de la Facultad de Cádiz, tuvo que marcharse a los
Estados Unidos. Allí vive todavía.
Las jugadoras de voleibol de esta fotografía - campeonas del
mundo en esa modalidad deportiva- son de China, un país donde hasta hace
cincuenta años se oprimían con vendajes los pies de las mujeres. Era una
tortura para impedirles el movimiento, escondida bajo el disfraz de canon de
belleza y, por tanto, aceptada.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZO8PHAfBtsKZ93DX-6zeY527F4HD7pS6heJwBpFaBZSvnWX2PHBBo9ecSheGUR6Cmyy0Unndf9OnkqIzPUIufF_r790k5y4SBmZdcDhAv4507bpZ9ZsmehADIgdH12cT76jr2OgILNks/s1600/yo-soy-malala.jpg)
Malala Yousafzai nació hace solamente diecisiete años en uno
de los lugares más hermosos de la Tierra, el Valle de Swat, en Pakistán. Pero
nació niña, y eso le impide ir a la escuela en una zona dominada por el régimen
de los talibanes. Malala defiende su derecho a la educación con su propia vida,
ha sobrevivido a un atentado y ha tenido que exiliarse. Desde entonces lucha
por la escolarización plena de las niñas del mundo, y nos muestra a todos una
realidad que afecta aún a dos terceras partes de la humanidad y que se
simplifica en unas cuantas palabras incómodas: sigue habiendo opresores y
oprimidas. Queda mucho por recorrer.
La igualdad de derechos entre hombres y mujeres es un camino
lleno de obstáculos pero en apenas unas décadas se ha convertido en una
verdadera ruta y avanza. En nuestro primer mundo, las universidades rebosan de chicas.
Poco a poco, contra viento y marea, van ascendiendo a puestos de
responsabilidad. Para ello no necesitan tanto de cuotas como de hombres que las
valoren por lo que pueden aportar. Creo que esos hombres ya están aquí, en la generación
más joven: son los hijos y los nietos de las pioneras.
Las mujeres de China han pasado, no sin dolor, de los pies
diminutos a las zapatillas de deporte. Es una revolución y así debemos
considerarlo.
Malala acaba de obtener el Premio Nobel de la Paz. Está
amenazada de nuevo pero la condena produce un rechazo tan unánime que cae sobre
quienes la han proferido.
Poquito a poco, este mundo cansado va siendo un
espacio en el que cabemos todos.
Y todas.
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