Algunas veces me preocupa pasarme la vida protestando sobre la mala gestión política, sobre las “ocurrencias” que sustituyen a los proyectos o sobre la descoordinación entre el Estado y las comunidades autónomas en temas educativos. Pero es que nos ponen muy difícil la complacencia. El último y grave ejemplo de descoordinación es que mientras los representantes sindicales negocian con el Ministerio de Educación el borrador de un nuevo decreto de acceso a la función docente, el vicepresidente del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, presenta una propuesta para el acceso a la docencia en términos parecidos al MIR sanitario. Una propuesta que, por supuesto, no se corresponde con el borrador presentado por el propio Gobierno.
El MIR educativo refuerza el proceso de selección previa y el periodo de prácticas de los aspirantes. Podría ser un buen sistema de futuro si consiguiésemos imbricarlo en el marco de una verdadera carrera profesional. Necesitamos diseñar un buen modelo de acceso, justo y motivador a la vez, pero no servirá de nada si está aislado. Por muy acertado que sea el sistema de selección para acceder a la profesión docente, si el desarrollo de la profesión en sí misma no es suficientemente motivador, seguiremos sin atraer a la docencia a los mejores estudiantes. ¿De verdad es tan difícil comprender la educación como un todo?
El acceso a la función docente es una pieza más de lo que debe constituir un Estatuto del Profesorado, junto con la carrera profesional, la identidad docente, la formación, las retribuciones, los incentivos profesionales y las condiciones de la jubilación. Y ese Estatuto es una pieza más de la gigantesca tarea política, social, familiar y escolar que es mejorar la educación.
Me gustaría mucho saber qué opinión os merece la idea de un MIR educativo. Y ahora, para no estar siempre protestando, comparto con vosotros la alegría de ver reflejada en un medio de comunicación la calidad de los profesores de la enseñanza pública.
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