Todos los profesores sabemos que
una de las claves del progreso de los alumnos es la autoestima. Este concepto,
utilizado tantas veces fuera de contexto, implica la capacidad de mirar un
objetivo, mirarse a uno mismo y deducir algo tan sencillo como “puedo
hacerlo.”La pedagogía ha incidido sobre esa mirada que debe ser a la vez
objetiva y amorosa. Sin embargo ha olvidado en muchas ocasiones que los
activadores de la autoestima, y de la voluntad, son los objetivos referenciales,
la “metas”. Paradójicamente, la LOMCE ha querido recuperar las metas educativas
pero al revés, convirtiéndolas en banales “resultados PISA”.
La educación no ha dejado de ser
un factor de movilidad social, aunque lo afirmen quienes justifican con ello la
falta de atención a los niveles menos favorecidos. Una etapa obligatoria con suficiente
apoyo y un buen sistema de becas siguen siendo el trampolín para que cualquier
persona llegue a donde se proponga, aunque su punto de partida esté muy abajo. Lo
que debe aportar cada individuo, a cambio, es una aspiración y mucha voluntad.
Pues bien, los niños y niñas de
las zonas menos favorecidas tienen dificultades para conseguir esas
aspiraciones. Les cuesta mucho proyectarse a sí mismos en el futuro. No solo
porque la infancia es, de todas las etapas biográficas, la más incardinada en
el presente, un tiempo que los niños viven en toda su intensidad, sino porque
les faltan modelos concretos en su entorno. Sus familias se han anclado también
en el presente inmediato, tal vez porque cuando es durísimo no se puede pensar
en otra cosa.
Los profesores del colegio
público San Miguel intentamos compensar esta falta de referencias. Lo hacemos
constantemente en el ámbito cultural, e incluso en el lúdico, pero también queremos
aportar a nuestros alumnos experiencias que les muestren modelos profesionales,
hombres y mujeres que encarnen opciones vitales distintas a las que proporciona
su entorno. Nos preocupa que un alumno de sexto de primaria crea que un
periodista es un personaje tan fantástico como Luke Skywalker, o que existe la
profesión de “famoso”. De ahí que
estemos invitando cada mes a un profesional distinto para que se encuentre con
los alumnos de sexto de primaria y hable sencillamente de su trabajo. Hasta
ahora, han pasado por el aula Álvaro de Juan, actor de la Compañía Nacional de
Teatro Clásico joven y el periodista Pablo Gutierrez del Moral. En los próximos
meses esperamos a un científico, una publicista, una fisioterapeuta y un
arquitecto.
Los alumnos viven con mucho
interés estos encuentros, preguntan, participan, se preparan previamente
informándose sobre la profesión concreta y “retratándola” para comprobar si
ellos tienen cualidades que se ajustan a soñar con ella en el futuro. Y por
supuesto, las tienen. Abrir las ventanas para que aquella chiquilla a la que le
gusta escribir se imagine a sí misma como periodista es muy bello. Y como nos
ven disfrutar a la vez que ellos sabemos que les estamos enviando también
buenas referencias sobre una profesión que tienen muy cercana: la de maestro.
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