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lunes, 8 de noviembre de 2010

¿QUÉ ES SEXISTA EN LOS JUEGOS SEXISTAS?

El Congreso ha acordado la supervisión y control de los juegos “sexistas” en los recreos, una clara medida de imagen política, más aún cuando todos los centros escolares trabajan muy seriamente a favor de la educación en igualdad.
Para favorecer su desarrollo, los niños y las niñas deben jugar con libertad y emplear el juego simbólico para lo que quieran expresar, sin más restricciones externas que las derivadas de la prevención de riesgos y la seguridad. A la mayoría de los chicos les gustan los juegos que requieren actividad física, y a la mayoría de las chicas les encanta charlar en el grupo de amigas. Combatir la discriminación por razón de sexo no es obligar a las chicas a participar en el fútbol y a ellos en nuestras cábalas de lenguaje sino considerar tan importantes los intereses de unas como de otros. Tan importantes son las charlas entre amigas como dar pelotazos, tan respetable la comba como el balón, tan importante para la educación física el fútbol como el aerobic. Y que cada uno juegue a lo que le apetezca.
Detrás de la mayoría de las decisiones políticamente correctas sobre la igualdad se esconde una variedad muy venenosa del sexismo, la que considera que la igualdad entre hombre y mujer es la disolución de los intereses de la mujer en los del hombre, la que considera que charlar entre amigas, jugar con muñecas y vestir recortables es una actividad de segunda clase.
En los centros escolares, la verdadera igualdad estriba en ofrecer un sistema educativo excelente para los niños y las niñas de manera que todos puedan desarrollar al máximo sus capacidades. La verdadera igualdad está en ofrecer tal cantidad de apoyos que ninguna adolescente gitana abandone el curso cuando le venga la primera regla.La verdadera igualdad es que tengan tanta importancia los intereses de las chicas como los de los chicos. Menos control y más respeto, más posibilidades de desarrollar libremente las semejanzas y las diferencias. Si no podemos ser iguales en la diferencia, nunca seremos verdaderamente iguales.

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