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Bienvenidos a esta sala de profesores. Gracias por compartir conmigo las ganas de pensar sobre educación.



lunes, 10 de mayo de 2021

La permanencia

 


Cuando parece que todo cambia, ser maestra, ser maestro, contiene un sustrato de permanencia: todavía significa dejar huella profunda en la biografía de centenares de personas. También significa estar dispuesto a aceptar un profundo compromiso ético, a dar lo mejor de uno mismo a diario y siempre; a aceptar y conocer a muchas personas; a dejarse impregnar por el presente, marcar el futuro de un par de generaciones… Y no dejar de aprender.

La formación docente tiene un componente cotidiano. El horizontal, de profesor a profesor, nos está esperando ya desde hace tiempo como la mejor salida a los requerimientos concretos del aula. Pero los alumnos también nos enseñan a diario y siempre, porque una clase es una de las formas de comunicación personal más profundas y ricas. Nosotros enseñamos- no a la clase entera sino a cada una de las personas que la forman- y ellos nos enseñan; ellos crecen y nosotros crecemos. Como dice Sócrates de su relación con su discípulo Alcibíades: “es un amor correspondido.” Durante cuarenta años, aprendí de mis alumnos millones de cosas positivas: sobre el tiempo presente y la importancia de aprovecharlo, sobre la obligación de hacerse preguntas; sobre la fuerza para remontar lo adverso, porque los niños y niñas siguen progresando en medio de dificultades personales que a los adultos nos tumbarían; sobre la comprensión, porque aunque no nos demos cuenta son muy indulgentes con nosotros; sobre lo necesario que es el Arte... Este aprendizaje ha sido muy valioso para mí. Todavía pienso en ellos a diario y les estoy muy agradecida.

La educación, en la dinámica de clase, no ha cambiado en esencia, aunque vosotros estéis usando ya otras herramientas. Sigue siendo un diálogo cara a cara, como desde los tiempos de Sócrates. Quienes más han cambiado han sido la familia – que está desbordada y desorientada en muchos casos- y el resultado mismo de la educación. Me parece muy grave que se haya disparado la desigualdad social y el aprendizaje escolar haya dejado de contener la llave de una perspectiva de progreso.

Además, por algún motivo que se me escapa, seguimos rodeados de una desconfianza que podríamos llamar vertical. No la sienten las familias concretas por los profesores concretos, aunque a veces lo parezca; la sienten los poderes públicos por todo el colectivo docente, y la contagian a la sociedad a través de los mensajes que envían, directamente o a través de las leyes. Lo estamos viendo ahora muy bien en esta crisis en la cual los profesores, y su titánico esfuerzo, han resultado invisibles.

Y sin embargo ahí estáis, en clase cada mañana, poniendo a prueba la vocación y la aptitud. La vocación de maestro es la certeza interior de que te interesan mucho las personas, y sobre todo quienes se están abriendo al mundo. Vocación es también la necesidad de comunicar lo que sabes, y un sentimiento de respeto por los demás y por ti mismo. La aptitud es la facilidad para hacer bien algo tan complejo como educar. Lo haces bien cuando tienes una voluntad constante de mejora, eres capaz de buscar soluciones a las dificultades y superas el desánimo. Todo esto junto es dificilísimo de encontrar, y aún así, la inmensa mayoría de los profes poseen estas dos competencias.

Por eso, ya como espectadora, os pediría que no disminuyan las ganas de aprender. Estáis ante la oportunidad de conocer y manejar nuevas formas de comunicación con los alumnos, no hay que desanimarse por la dificultad de implementarlas así, sin apenas formación previa. Se abre un nuevo campo con muchas posibilidades que puede hacer comprender a la sociedad lo importante que es la escuela. A pesar de los mensajes demoledores, subrayando siempre lo que nos diferencia o lo que transgrede, este será a medio plazo un tiempo profundamente educativo. Tendrá que serlo por fuerza porque ha cambiado la historia y vamos a tener que aprender de nuevo a vivir. La vanguardia ya va por ahí, hacia la solidaridad mundial para vencer la pandemia, hacia un mundo mejor. Hacia lo que, por cierto, ha ido siempre la tarea del profesorado.

 

1 comentario:

  1. Cuánta razón en sus palabras. Aún no soy maestra pero algún día lo seré o eso espero. Sus palabras me emocionan y me animan a seguir con mi formación. Un saludo.

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