Me gustaría que este
artículo se leyera como quien escucha un clamor. No voy a perder la compostura;
es solo que la indignación de los centros educativos tiene que escucharse.
La partida dedicada a
la Educación Compensatoria en los Presupuestos Generales del Estado para 2015 ha
descendido a 5,2 millones de euros, lo que supone una reducción cercana al 90% con
respecto al año anterior, que se suma a la reducción en otro 68% en los
presupuestos de 2013 respecto a 2012. Estas políticas de recortes en la
atención educativa a grupos en dificultad social, que masacraron la
escolarización temprana y los programas PROA, ahora terminan nada menos que con
la Compensatoria.
¿A quién se le ha
ocurrido cometer este gravísimo error? ¿Es que se desconoce el trabajo que realizan
estos programas? No es solo porque garanticen la igualdad de oportunidades,
derecho constitucional y humano. No es porque equilibren las dificultades de origen
de muchos niños. No es porque reduzcan la tasa de abandono escolar de una
población vulnerable. Es porque, al negar la compensación educativa a los
alumnos con desfase curricular o que pertenecen a minorías culturales, se
hipoteca el futuro de miles de ciudadanos a quienes se priva de la que puede
ser su única oportunidad para aprender, integrarse con éxito en la sociedad, trabajar
dignamente, progresar. Y no hay derecho. Lo repito: no hay derecho.
Con esta medida, España definitivamente no podrá cumplir los objetivos de la estrategia Europa 2020: elevar el nivel educativo y reducir la tasa de abandono escolar prematuro al 10%. No hemos dado ni un solo paso adecuado para lograrlos aunque son de obligado cumplimiento para los miembros de la UE.
Con esta medida, España definitivamente no podrá cumplir los objetivos de la estrategia Europa 2020: elevar el nivel educativo y reducir la tasa de abandono escolar prematuro al 10%. No hemos dado ni un solo paso adecuado para lograrlos aunque son de obligado cumplimiento para los miembros de la UE.
El pasado mes de
octubre, la secretaria de Estado de Educación, Formación Profesional y
Universidades aludió a este descenso en la partida del Programa de Educación
Compensatoria para redirigir la financiación en 2015 al Programa de Educación
Secundaria, Formación Profesional y Escuelas de Idiomas. No creo que haga falta
explicar que la finalidad del primero es prevenir y compensar desigualdades en
educación derivadas de factores sociales, económicos, culturales, geográficos,
étnicos o de cualquier otro tipo, mientras que los programas para Educación
Secundaria, Formación Profesional y EOI fijan sus objetivos en “la
escolarización del alumnado, la mejora de la calidad de los centros educativos,
el mantenimiento de la oferta educativa en las Escuelas oficiales de Idiomas, y
realizar actuaciones específicas de Formación Profesional, en materia de
cualificaciones y en centros privados concertados.” Estos objetivos no son
banales, claro que no, pero si estamos saliendo de la crisis, tal como
proclaman, debería haber ya presupuesto para todo.
Mañana por la mañana,
el extraordinario maestro que lleva la compensatoria en mi colegio vendrá de
nuevo a por los cinco chiquillos de mi clase que la reciben. Gracias a él están
motivados, viven por primera vez experiencias de éxito, quieren aprender más,
les está gustando leer, escribir y contar. ¿Es el último curso en que esto
sucede? ¿De verdad nos despojan de la posibilidad real de mejorar vidas de
niños y jóvenes? Es probable que el efecto de este recorte no se vea de
inmediato en los despachos –en las aulas será dramático, ya lo anticipo- pero
la ausencia de los programas de refuerzo, becas, comedores escolares, libros,
departamentos de orientación, profesores de apoyo y todas las demás ayudas
tendrá consecuencias demoledoras en el medio plazo.
Artículo escrito para el periódico Escuela.
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