BIENVENIDOS

Bienvenidos a esta sala de profesores. Gracias por compartir conmigo las ganas de pensar sobre educación.



miércoles, 3 de junio de 2020

¿Puede ser humanizadora la escuela de las máquinas?




El pasado noviembre tuve el honor de participar en el Congreso de Escuelas Católicas con una ponencia compartida con el extraordinario pensador Pedro Huerta, superior de los Trinitarios. Pintábamos un futuro en el que resultaría difícil distinguir entre información y conocimiento, entre absolutos y relativos, entre procesos y resultados- porque las máquinas muestran resultados y su proceso es invisible, pero la enseñanza es puro proceso-. No podíamos prever que ese futuro llegaría a nuestras vidas bruscamente, a las pocas semanas.

Estos meses han puesto a prueba la capacidad humanizadora de la escuela y creo sinceramente que, durante la primera ola, los docentes habéis superado este difícil examen. Sobre todo porque las familias han visto por primera vez, y en la mayoría de los casos, qué compleja, qué importante para sus hijos es vuestra tarea. 

La docencia es una profesión esencial porque es, y seguirá siendo siempre, humanizadora. Sin embargo, el gran reto ante lo digital es, precisamente, comprender y defender esa esencialidad en lugar de dejarnos llevar por la agonía del temario y por la dificultad de la técnica que todavía no controlamos. Se equivocan quienes piensan que volveremos, sin más, a la clase magistral; esta forma de enseñar es la más fácil de sustituir por las máquinas.

Así que, ante este nuevo paradigma debemos actualizar- en el sentido filosófico de hacer presente, hacer actual- la función esencial: humanizadora.


COMUNICATIVA

En el perfil del docente estará siempre el diálogo entre seres humanos. Sin embargo, y lo habéis comprobado durante estos meses, el cara a cara es imposible cuando solo se ve la cara; es decir, cuando una pantalla y un lapso limitadísimo de tiempo nos impiden abarcar al alumno en su totalidad, lo que yo llamo verlo de espaldas, distinguir entre la actitud abierta y la huidiza, en resumen, verlo vivir. 
En estas semanas os han preocupado las ojeras de unos, la dolorosa desaparición de otros. La actualización de la comunicación se establecerá a partir de la certeza de que, más que nunca, seréis tutores de todos. Habrá una interacción más frecuente y menos rígida con la familia; tendremos que poner en palabras nuestra propia vida ante ellos, porque hay una diferencia muy grande entre decir ante el Google Meets “hola, ¿cómo estáis? y decir “chicos, ya salió mi padre del hospital.” Y ahora las confidencias, la mirada en primer plano habrá que provocarla. Será una comunicación más horizontal que nunca, porque todos somos conscientes de nuestra extrema fragilidad. Será una comunicación en la que deberemos escuchar más su visión de la realidad, y responder a sus dudas más que obcecarnos con el temario. Repito: habrá que escucharlos más. Solo así podremos defender nuestra comunicación humanizadora frente a las alternativas que nos ofrecen las máquinas.

ÉTICA

La docencia es una profesión eminentemente ética, y esa es una certeza que debe transformarse en un profundo compromiso vital. Por eso vuestra presencia está relacionada siempre con la ejemplaridad. Hoy se traduce en el cumplimiento de las normas, en la moral alta frente al miedo, en la actitud solidaria y consciente. Sois un referente ético. Debéis mostrarles también, y más que nunca, que ética significa actitud ante la vida, y que les apela a ellos mismos, a su proyecto y a su futuro. En el día a día de la clase, la ética docente significará estar abierto a todo, no regatear ningún esfuerzo. Y esto se refiere también a vuestra relación con los compañeros, con el claustro en su totalidad porque existe el serio peligro de convertiros en células aisladas ante vuestras pantallas.

DIGNA

Si lo virtual tiene y contiene, la docencia es. Hay una determinada manera de vivir la realidad del mundo: con los ojos abiertos a las próximas olas, que son la recesión económica y el cambio climático. Humaniza quien sabe distinguir lo esencial de lo accesorio. Habrá que asumir ese reto y habrá que contarlo.  


SIGNIFICATIVA

Estoy segura de que todos vuestros alumnos han valorado de otra forma la escuela durante este tiempo; han sentido hambre de ella. Seguro que todos han pensado formas de regresar con seguridad para la salud, ojalá los equipos directivos se atrevieran a preguntarles. Es importante que sientan su colegio como el espacio humano donde se desenvuelve buena parte de su vida.
Significativo quiere decir que - en los tiempos de Sócrates y en los de Google- cualquier cosa que hagan los profesores deja una huella indeleble en la biografía de otro ser humano.
Una de las tareas más complejas y emocionantes a partir de ahora será profundizar en el arraigo emocional de cada alumno con su centro. Más que nunca el tiempo de escuela será una oportunidad.

VOCACIONAL

Hay que sentirse llamado a esta tarea, hay que entenderla como una ofrenda de lo mejor, para que brote lo mejor en otros. Demostrareis vuestra vocación docente en el esfuerzo por personalizar a cada uno, conocerlo bien- esto hay que subrayarlo porque se vuelve más difícil- y amarlo.
Demostrareis vuestra vocación docente en la apertura a lo nuevo, en la búsqueda de lo que tienen de bueno y de malo los métodos y formas que os esperan, en la capacidad de conservar la comunicación humanizadora. Porque la vocación docente se define en cada uno de vosotros con la manera de ser, de trabajar y de tratar a los demás.

CAPAZ

Tendréis que renovar vuestro compromiso a diario, conoceros y potenciar vuestros puntos fuertes. Y compartirlos con vuestros compañeros de claustro. Habrá que dar más crédito que nunca a lo frágil para reconocer en cada alumno sus potencialidades. Habrá que aprender de nuevo a explicar y a escuchar, a mirar y a ser mirado. Y aprender a cuestionarse todo. Este tsunami de innovación debe estar bien contrastado, bien comprendido en su papel de herramienta dominada por lo humano.


¿Cuál será el rol de los alumnos en esta nueva realidad?

Ellos deben hacer un esfuerzo también por la humanización. Nuestra tarea será potenciar sus mejores rasgos, olvidando o minimizando la vieja clasificación “bueno o malo para una tarea académica.”

¿Cómo podemos mantener la certeza de ser profesores, cuando se pierde lo presencial?

Lo virtual nos ha permitido conservar el avance de lo académico; el regreso a las aulas debe incidir en la acción tutorial.

jueves, 21 de mayo de 2020

La ventana. Hora de corregir y enriquecer.

Estimados amigos, llega el momento de corregir la novela La Ventana y enriquecerla. Debo profundizar en situaciones y personajes, por eso la retiro del blog.
Gracias a todos por haberme acompañado en este primer tramo del complejo camino de la escritura. Mantener la disciplina de colgar los capítulos para vosotros me ha ayudado mucho durante estos días difíciles. Por ese estímulo que me habéis proporcionado, muchas gracias también.
Un abrazo con mis mejores deseos para todos.
Carmen

lunes, 2 de marzo de 2020

Las chicas invisibles





En la mitología griega, Procusto era un posadero del Ática que acomodaba a sus huéspedes en un lecho en el cual tenían que caber exactamente. Si algún viajero era más alto, y le sobresalían la cabeza o los pies, Procusto se los aserraba sin compasión. El mito es conocido y todos lo hemos empleado como metáfora alguna vez. Nadie nos dijo, sin embargo, que el mayor número de personas achicadas por Procusto eran mujeres.

Yo conocí a la primera mujer universitaria de mi ciudad natal. Vamos a llamarla Mina. En los años cuarenta y cincuenta del siglo XX fue compañera de colegio y amiga de mi madre. Contra viento y marea, contra la opinión de quienes la señalaban por la calle, Mina quería ser médico e ingresó en la Facultad de Medicina. Recuerdo haber visto su fotografía en la orla de su promoción. Entre aquella colección de caras en blanco y negro y con bigote, llamaba la atención encontrar allí a una muchacha guapa y sonriente, con uno de esos peinados esponjosos de Doris Day en sus películas de los 50. 

Mina era superdotada, es decir un doble o triple bicho raro en aquel momento. Terminó la carrera con notazas, se casó con un compañero de facultad, tuvo hijos, no ejerció la medicina. Se unió al ejército en la sombra de las mujeres superdotadas que han permanecido escondidas. Porque por cada Hipatia, cada María Curie o cada Hedy Lamarr, ha habido a lo largo de la historia millones de abuelas brillantes, cocineras increíbles, almas de la familia, estupendas escritoras de cartas, pintoras de desván, científicas en sueños. Anónimas y olvidadas. La historia de Mina sucedió hace poco tiempo y nos hace comprender hasta qué punto acarreamos las mujeres un retraso en la incorporación a la historia. Hasta que punto el lecho de Procusto ha trabajado especialmente bien para nosotras.

Hoy tengo presente a una maravillosa alumna, a quien vamos a llamar Nina. Cuando la conocí, chiquita, en cuarto de primaria, me di cuenta enseguida de que era una superdotada de libro: mentalmente muy rápida - hasta el punto de resultarle incómoda a los demás- ignorada por sus compañeras en los recreos y las excursiones, independiente, introvertida, muy participativa en clase, con múltiples intereses, despistada, extremadamente sensible e insegura, con buenas notas, que pasaba el recreo leyendo, quería ser escritora y,  aún así, se le iba el santo al cielo y ponía faltas de ortografía en palabras que conocía bien. La niña rara.

Hablé con la familia de Nina en cuanto pude. Solicitamos de la orientadora escolar una prueba de superdotación. Las de la Comunidad de Madrid son del modelo que yo llamo Leonardo da Vinci, es decir, obligan a la alumna a demostrar que es a la vez científica y artista. Nina tenía creatividad para las soluciones verbales a los problemas, no para las gráficas. Como dibujaba fatal, se quedó a las puertas del diagnóstico, algo que no le hubiera ocurrido, por ejemplo, en Murcia, donde aplican otro modelo. Tuve que explicar a sus padres que era superdotada aunque “no lo fuera”. Sin embargo, la posibilidad de que sus desajustes provinieran de su capacidad intelectual, algo que a ella no se le había ocurrido, la rearmó. Nina se comprendió a sí misma. Ahora le va bien en el instituto. Yo creo que será escritora tal como siempre deseó.

Es importante desvelar a una mujer que su retrato extraño puede corresponder a una persona con un nivel superior de inteligencia. Porque todavía hoy esto no es lo primero que se nos ocurre. Es importante que los profesores desarrollen una alerta especial para las niñas superdotadas. Porque las tenemos ahí, poniendo morritos en Tik Tok para que nadie les note la rareza.

Si en una sociedad como la actual la inflexibilidad del sistema se muestra incapaz de responder las demandas del alumnado, las carencias son aún más notorias frente a las alumnas superdotadas. Nadie puede dudar de que – con sus currículos inamovibles, con su obsesión por las notas numéricas, con su intervención exagerada en todos los pormenores del aula y su burocratización- el sistema educativo está diseñado para uniformizar. De ahí su desconexión con una escuela necesariamente viva, humana y, por tanto, heterogénea. De ahí también que quienes escapan de esa uniformidad, porque necesitan más cantidad y calidad en los aprendizajes, no encuentren respuesta. 

Se suceden las leyes y seguimos sin actuar sobre la piedra angular de cualquier innovación metodológica destinada a los alumnos con altas capacidades: su detección. La escuela no los conoce, no los identifica ni comprende sus características. Pero la escuela eres tú. Mientras las leyes aterrizan en la realidad social, los profesores, ¿por qué no las detectamos? Este es el examen de conciencia que debemos realizar.

Por inercia. Existe una predisposición a continuar trabajando tal como se ha hecho siempre. Una de las rutinas profesionales más arraigadas estriba en la creencia de que los alumnos con altas capacidades no necesitan atención específica porque aprenden solos. La atención personalizada a estos alumnos implica un movimiento en la estabilidad, la comodidad y la previsibilidad- solo aparente, en cualquier caso- del trabajo docente.

Por individualismo. Ha terminado ya el tiempo del apego del profesorado al aula como territorio o finca particular, en el que nadie ni nada se inmiscuye. Y cada docente y cada escuela deben comprenderlo. Hoy todos somos ya tutores de todos, maestros y discípulos de todos. Los alumnos con altas capacidades nos apelan aunque estén en la clase de al lado.

Por nuestra propia formación. La formación inicial y permanente sigue sin contemplar la presencia en las aulas de alumnos superdotados. 

Por el control burocrático que despoja a los docentes de control sobre su propio trabajo y les hace ser vistos- e incluso sentirse- como meros ejecutores de las leyes y normativas. Vivimos bajo la tiranía de los currículos y las pruebas externas. A estas alturas de curso, el lamento más generalizado es "no termino la programación". 

Por la falta de referentes y modelos sociales de mujeres inteligentísimas. En líneas generales, buscamos al nuevo Einstein, al nuevo Hawking… A la nueva, ¿quién? ¿Cuáles son los modelos? Hipatia y Marie Curie ya van quedando lejos. Madonna es casi con toda seguridad una superdotada, pero no un referente, ¿verdad? Para ilustrar este post he buceado en la búsqueda avanzada de imágenes de Google -entre las que se pueden compartir libremente- y para el concepto "niña superdotada" solo hay ocho fotos. Todas son de Marilyn Monroe. Por favor, comprobadlo. Hay que verlo para creerlo.

Por falta de apoyos de la administración educativa. La escasa sensibilidad de los poderes públicos hace que los presupuestos de educación sean bajos, los recursos técnicos y humanos escasos y los apoyos a la labor docente insuficientes. 

Para encender la luz sobre nuestras las niñas superdotadas tenemos que desaprender.

Desaprender es darse cuenta de que, entre las chicas que te miran desde sus pupitres, hay una o más que cuentan con altas capacidades intelectuales, y que necesitan que sepas cómo atenderlas. Es dar más importancia al proceso, al paso de estas alumnas por el aula, que al resultado; no enseñarles aquello que pueden aprender por sí solas; asumir que ellas también pueden enseñarnos algo; comprender que lo que se aprende en la clase debe tener sentido fuera de la clase; potenciar la reflexión y el espíritu crítico; ayudarlas a hacer alguna “locura”, por ejemplo compartir sus intereses ante la clase.  

Hay que atreverse a romper el corsé de la rutina y verlas tal como ellas son en realidad. Porque las niñas superdotadas están ahí delante. Nos esperan. Nos miran.


miércoles, 19 de febrero de 2020

Una epidemia de soledad






Nunca hemos estado tan conectados entre nosotros. Y, sin embargo, el sentimiento de soledad no deja de crecer entre la población española, sobre todo en los jóvenes, que han crecido con las innovaciones digitales. Según un estudio de DYM Research, el 80% de los jóvenes entre 18 y 25 años declara sentirse solo. La percepción de la soledad crece entre quienes han cursado estudios universitarios (67,1%), un dato que puede estar relacionado con la búsqueda de empleo fuera de su entorno de origen. De hecho la estadística sube hasta el 91% en aquellos que viven en pisos compartidos. Una de las conclusiones que extrae el informe es que aquellos que más soledad experimentan son también quienes más uso hacen de las redes sociales a diario. Las pantallas son el primer refugio; la conexión real con otras personas no constituye una alternativa.
Estos datos escalofriantes nos permitirían hablar de una epidemia de soledad.

Otro estudio, ¿Estamos hiperconectados?, de la multinacional Ikea, cifra en un 57% el porcentaje de personas que sufre aislamiento en su propia casa sin estar solo, es decir, vive junto a su familia pero no se comunica con ella a causa de que cada uno dialoga con su pantalla. Aquí ya no interviene la lógica. Para mí esta "soledad en familia" constituiría el nivel de máxima alerta.

Estas personas que sufren la soledad son muy jóvenes: la promesa del futuro. Nuestros alumnos, nuestros sobrinos, nuestros nietos, nuestros hijos nos gritan, en silencio, que cada vez están más conectados y cada vez se sienten más solos. Todo nos lo jugamos hoy mismo, en cada momento presente. ¿Dónde estamos quienes les queremos? ¿En Instagram también? Volvamos a humanizarnos los que no somos tan jóvenes: vamos a mirarlos a los ojos.

viernes, 14 de febrero de 2020

Jubilados





Cada año se jubilan un buen número de profesores y maestros. Quiero decir que dejan de asistir a diario a las clases, no que dejen de ser docentes porque cualquier profesora, cualquier maestro, cuando les llega la edad del retiro, nunca se convierten en jubilados a secas, sino que siempre son una profesora jubilada o un maestro jubilado y esa conservación del sustantivo explica muy bien la esencialidad y la trascendencia de la educación.

Los novatos en jubilación han sido héroes durante décadas completas de su vida. Han formado parte- y siempre la formarán- de la biografía de miles de personas. Sus enseñanzas, su huella, quedan impresas en la memoria y el alma de la generación siguiente, que no va a olvidar, por ejemplo, el nombre de los planetas del sistema solar, el teorema de Pitagoras o los fundamentos de la democracia, incluso cuando olvide el nombre de quienes se los enseñaron.

Prácticamente ninguno de los docentes que se jubila consigue titulares en la prensa. El respeto de sus compañeros, el agradecimiento y la emoción de sus alumnos - que la hay y en grandes dosis- quedan casi siempre ocultos en el ámbito privado. Y sin embargo ellos son aquellos a quienes la voz de un niño dijo “enséñame el mundo”y dedicaron la vida entera a responder esa llamada.

A partir de hoy yo misma seré una maestra jubilada pero, como "mantengo el sustantivo", la sala de profesores seguirá abierta. Muchas gracias a todos por venir a este encuentro.

martes, 11 de febrero de 2020

Aquel recuerdo y el presente




                                                                                                            La Codosera (Badajoz)


Mi primer destino en la función pública como propietaria provisional fue el colegio Nuestra Señora de Chandavila, de La Codosera, uno de los más bellos enclaves de Extremadura, en la provincia de Badajoz. Llegué en septiembre de 1982 y era tan joven que enseguida me nombraron secretaria del claustro, privilegio que nunca se volvió a repetir. 
Recuerdo una escuela muy viva, muy pequeña y muy feliz. De entonces a hoy, La Codosera ha crecido mucho y ya llegan a ella carreteras y comunicaciones. Internet me ilustra sobre la evolución de aquel cole: el Chandavila se mantiene vivo y extraordinario, afortunadamente.

No han corrido la misma suerte centenares de escuelas rurales por toda nuestra geografía. Todavía me sobrecoge, al viajar por carretera, el innumerable desfile de construcciones abandonadas que tienen todo el aspecto de haber sido colegios donde los niños y niñas de los pueblos lo aprendían todo, con la misma calidad y esfuerzo que en las capitales. Y es que, urbanocéntricos como somos, olvidamos que ese mundo rural a cuya desaparición asistimos con indiferencia ocupa el 90% del territorio español y el 35% de la población.

Todavía recuerdo con bochorno la presentación de un informe Talis en la cual un político denunciaba que los niños españoles no aprobaban ni siquiera una experiencia tan cotidiana como orientarse en el Metro. Entonces un maestro se dirigió a este buen señor para hacerle ver que esa no era una experiencia cotidiana ni siquiera para los niños de Madrid. “Mis alumnos son de pueblo y distinguen un álamo de un olmo, pero nunca se perderán en el Metro, se lo aseguro”- dijo aquel maestro a quien aplaudimos con fervor.

Al hablar sobre la escuela rural podemos tender a una generalización que también es muy urbana. Hay comarcas que sufren una impactante desertización pero las hay que mantienen una actividad humana y económica pujante, a pesar de las dificultades. Tampoco es ya de recibo la dicotomía decimonónica entre lo rural y lo urbano tanto en el modelo de vida como en la ocupación del espacio. En el siglo XXI las tecnologías de la comunicación han diluido las diferencias porque han uniformizado modas y hábitos sociales, han modificado la estructura de las familias y han aumentado la movilidad y las oportunidades de empleo virtual. Tanto es así que cabe preguntarse en qué se diferencia hoy metodológicamente una escuela rural de una de ciudad. En ambas entra el mundo entero a través de una pizarra digital, en ambas se aplica la innovación educativa. Por eso no podemos mirar atrás con nostalgia sino reflexionar sobre los pueblos de hoy y sobre el lugar que han de ocupar. Y en ese contexto la escuela rural es el primer foco de innovación, una fuente de equilibrio territorial y de cohesión social, y- de manera fundamental- una salvaguarda de la base cultural y el patrimonio histórico.

Desde luego el despoblamiento que se ha producido en los últimos sesenta años es un problema grave y generador de desequilibrios sociales y territoriales, especialmente – y reproduzco datos de un estudio de REDER (Red Española de Desarrollo Rural)-  en los territorios que abarcan una circunferencia que tuviera como centro Madrid y cuyo radio alcanzase la Cornisa Cantábrica, el Pirineo y el interior de las costas mediterráneas y suratlánticas, bordeada por los valles del Guadalquivir, Ebro, Segura, Turia , Guadiana y Tajo. Muchos pueblos de esta zona no alcanzan los 5.000 habitantes y su abandono se considera, desde el año 2014, problema de Estado. En la mayoría de ellos han desaparecido las escuelas porque “tenían muy pocos alumnos, no compensaba la inversión económica, agruparlos en centros más grandes es rentabilizarlos”- (¿para destinar el dinero a contratar medios de transporte, para desanimar a sus habitantes, a los profesores destinados allí?).- “Está demostrado que los servicios sociales no son rentables cuando la población es escasa”. Rentable, ese parece ser el concepto clave de la cuestión. ¿Rentable para quién? ¿Es el cierre de las escuelas una de las causas de la desertización? ¿Es simplemente una de las consecuencias? 

Mejorar la calidad de los servicios de sanidad, educación y asistenciales en los pueblos, así como disponer de infraestructuras adecuadas para permitir que estos servicios se puedan prestar en un radio de distancia razonable sin riesgos para la vida y la unidad familiar debería ser una prioridad gubernamental. Y que la escuela unitaria es factor de desarrollo, debería ser una certeza. Porque simplemente no es cierto que sea mejor concentrar a los niños y niñas en aglomeraciones escolares, como no lo es obligar a sus familias a emigrar a zonas más pobladas. Puede que a corto plazo- el único al cual atienden los políticos españoles- resultase más barata esta solución, pero ya hemos alcanzado el medio y largo plazo y no solo hemos provocado desequilibrios tal vez irreversibles sino que hemos encarecido ostensiblemente la adopción de soluciones y la aplicación de las políticas adecuadas. Esto en un país que firmó los objetivos de la Estrategia 2020 de la UE y se comprometió a “destacar a los territorios rurales como polos de cultura, desarrollo e innovación”. ¡Ya estamos en el 2020!

Es un error imponer razones economicistas sobre la calidad de vida de los seres humanos. El mundo rural no es un parque temático de la biodiversidad destinado a que lo visiten los urbanitas durante los fines de semana. Los pueblos tienen dueños, las escuelas rurales tienen destinatarios. Las familias que residen en estas zonas no quieren abandonar su territorio ni renunciar a sus raíces, son los gestores quienes les fuerzan a hacerlo, ya sea retirándoles servicios, deteriorando su calidad o encareciéndolos hasta hacerlos inviables. No tienen en cuenta que el medio rural es el gran proveedor de alimentos, naturaleza y calidad de vida de las zonas urbanas, y que el inalienable derecho a la educación alcanza a la última niña de la aldea más perdida. Para eso pagamos impuestos los españoles, no para las arbitrariedades que soportamos a diario.

La España rural, como la escuela rural, es una realidad diversa y heterogénea, que debe interesarnos a todos los que deseamos un país vivo, activo, que valore dónde esta situada la educación de calidad. Y nadie puede negar que las pequeñas escuelas unitarias saben mucho de calidad educativa, de innovación metodológica, de colaboración con las familias y de personalización. Repito: saben mucho.

miércoles, 5 de febrero de 2020

El estatuto docente





Se anuncia una nueva reforma educativa. No se anuncia, sin embargo, qué lugar ocuparán los profesores en ella. No estaría nada mal que, de una vez por todas, consiguiéramos imbricar, en la estructura del sistema educativo, la consideración hacia uno de sus protagonistas estelares: el profesorado.

En el marco de estas reformas, más allá de los titulares de prensa, deberíamos escuchar por fin el anuncio de un estatuto docente. ¿Qué significa esto? Pues un marco normativo en el que estarían contempladas las características propias de esta profesión, tan diferente de otras.

Un Estatuto del profesorado:

·   Debería estar presidido por criterios integradores, es decir abarcar a todos los docentes, sea cual sea la comunidad autónoma donde trabajen. No puede ser que tengamos esas diferencias en los sueldos, en las atribuciones, en las posibilidades de formación...

·  Debería contemplar los derechos y deberes del profesorado. Tal vez así evitaríamos las generalizaciones negativas - como esta última polémica del pin parental- que nos hacen tanto daño. Y tal vez así, las familias nos percibirían como lo que somos: profesionales expertos en educación. A día de hoy, una mala praxis individual nos contamina a todos, y eso no ocurre en ninguna otra profesión. Aunque de forma individual cometan errores, no se pierde la confianza en todos los médicos, ni en los pilotos de avión, ni en los comerciantes siquiera. 

·    Debería hablar del acceso a la docencia y promover una carrera docente, es decir establecer criterios para la promoción profesional.

·    Debería vertebrar a los claustros de profesores y facilitar la formación a lo largo de la vida profesional.

No hay reforma educativa, no hay mejora de la calidad, no hay escuelas que funcionen sin profesores.