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Bienvenidos a esta sala de profesores. Gracias por compartir conmigo las ganas de pensar sobre educación.



martes, 7 de diciembre de 2021

Tradiciones familiares que crean recuerdos

 


Aunque con frecuencia escuchamos decir que la familia es un valor, la familia es, sobre todo, una realidad humana, psicológica y social. Como tal, encierra muchos valores, por eso lo que debemos conocer es qué valores transmitimos como familia y sobre qué valores se establece nuestra convivencia. Parte de estos valores se nutren de herencias recibidas de nuestros mayores, tradiciones y costumbres que se fusionan y amplían de una generación a otra y constituyen una “personalidad familiar”.

Muchas tradiciones familiares están relacionadas con la navidad, que es sin duda la gran fiesta de la convivencia entre generaciones. Gastronomía, ritos relacionados con lo religioso o con lo festivo, decoración de la casa, música, viajes y hasta formas concretas de vestir “vuelven a casa por navidad”, las esperamos y, sin darnos cuenta, a través de ellas vamos creando en nuestros hijos e hijas el sentimiento de pertenencia a un grupo, y la certeza de ser eslabones en la cadena de su familia. Ambas cosas, pertenencia y consciencia del pasado, son imprescindibles para ellos.

Durante los años de su infancia y adolescencia, nuestros hijos e hijas deben pasar de estar centrados principalmente en la familia a vincularse con más intensidad a los amigos primero, al amor y al entorno propio después. Antes de que nos demos cuenta serán ellos mismos- su proyecto, sus relaciones presentes, sus retos individuales-quienes protagonizarán su vida. Deberán tomar conciencia explícita de quiénes son, y decidir libremente sobre su presente y su futuro. ¿Y nosotros? Pues nos quedaremos en casa con los ojos abiertos de par en par preguntándonos: “¿Ya se acabó el jaleo? ¿Va a estar siempre ordenada su habitación a partir de ahora?” En cualquier caso, cuando son pequeños y cuando vuelan libres sienten la necesidad de pertenecer a algún grupo. Por eso es fundamental que perciban sus raíces- que estén arraigados-  y que valoren la memoria, las tradiciones, sus recuerdos de infancia. Que sepan que dentro de ellos y en sus padres existe un “corazón calentito” al que volver.

Los días de navidad nos proporcionan algo más de tiempo y oportunidades para el ocio y las aficiones compartidas. Los ritos de estas fiestas son un tesoro lleno de códigos que van pasando de padres a hijos, y constituyen uno de los mayores privilegios de la vida de familia. Por eso es importante que cuidemos su clima, que no los estropeemos llevados por la excitación o el enfado de un momento.

Es importante recordar que las tradiciones familiares también son orales. Los días de navidad necesitan cariño en las palabras. Ellas explican el mundo de quien las dice, y por tanto tienen un gran impacto en los sentimientos de quien las escucha. Hablar en casa sobre las tradiciones refuerza las relaciones con los hijos. Si en las conversaciones de estos días empleamos los trucos de nuestro lenguaje familiar, la experiencia será siempre positiva. Tal vez hace tiempo que no aludimos a esa frase hecha que solo nosotros entendemos, a ese chiste que solo nos hace gracia a nosotros, al refrán súper pasado de moda, al villancico en el que le pasan a San José muchas cosas chuscas, a las frases memorables del abuelo, a las expresiones anticuadas que nuestros hijos no se atreverían a decir en público pero conocen porque son “de casa”, tal vez herencia de dos o tres generaciones. Vamos a volverlas a traer. Son vínculos comunicativos que siempre tendremos establecidos. Es dulce comprobar, cuando se hacen adultos, que aún las recuerdan.

No necesitamos ser empalagosos pero debemos habituarnos a expresar más las emociones y sentimientos positivos que producen nuestros hijos sobre nosotros. Durante toda la temporada de vacaciones, que no se nos olvide decirles al menos una vez al día cuánto los queremos. El “yo a ti también” es un regalo siempre maravilloso.

Existe la vitamina F, de familia, y es muy necesario tomarla para el crecimiento interior. Se sintetiza al dialogar mucho con los hijos, al revivir y compartir los recuerdos familiares, al poner juntos el belén, comprar otro molino y dos pastores, adornar el árbol con mucho brilli-brilli, cantar con el soniquete de la lotería, ver la película vieja y cansina de todos los años, hacer mazapán casero y que se chamusque como siempre. También al ayudar a poner una mesa preciosa, comer el pavo trufado de la abuela, jugar al escondite con los primos, comprar un regalo y esconderlo, inflarse a polvorones, reír con las inocentadas, atragantarse con las uvas, emocionarse en la cabalgata y desayunar roscón, es decir, al revivir un año más lo que cada uno de nosotros tenga como rito y costumbre. Padres y madres somos, lo seremos siempre, el puerto seguro de la vida de nuestros hijos. Por eso debemos esforzarnos en que sea verdaderamente seguro, confiable, no voluble, ni indiferente, ni permanentemente enfadado. Que sea reconocible, personal, distinto al de las demás familias y a la vez incardinado en lo que es común a la humanidad. Es muy bello ser un refugio, lo apreciaremos en el lapso de muy pocos años.

¿Qué tradición deseamos mantener? Sea cual sea, la navidad nos proporciona una maravillosa oportunidad: la de hacer cosas juntos, que es el secreto de la felicidad familiar. 

Seguro que todos conocemos el villancico que dice:

La nochebuena se viene,

la nochebuena se va,

y nosotros nos iremos

y no volveremos más.

Pues eso. Vitamina F de familia, suplemento R de recuerdos. Estos días, en buenas dosis.

 

 

 

 

miércoles, 1 de diciembre de 2021

UN AGRADECIMIENTO Y UNA REFLEXIÓN

 

                  

EL AGRADECIMIENTO

Es profundo, y va para Jesús Alcalá, decano de la Facultad de Educación de la Universidad Francisco de Vitoria, todo el equipo de la UFV y sus maravillosos alumnos, por su invitación a celebrar el Día del Maestro con una presentación de la novela La Ventana y un coloquio  Todavía estoy emocionada por haber escuchado párrafos del libro en la lectura apasionada de los futuros maestros, y por la profundidad de sus preguntas.

En mi voluntad, ese libro estaba dedicado precisamente a los estudiantes de Magisterio, y ayer ese deseo se hizo realidad. Muchísimas gracias. Nunca lo olvidaré. 


LA REFLEXIÓN

 Va destinada a los padres y madres de adolescentes. Es esta:

 



CINCO HORAS EN INSTAGRAM, TRES EN TIK-TOK… ¿CÓMO ES POSIBLE?

 

Si no para en todo el día, si lo llevo y lo traigo a los deportes y extraescolares... ¿Cómo es posible que el historial del móvil de mi hijo registre ese número de horas en redes sociales?

La respuesta está en el vamping. Se denomina así a un uso excesivo de Internet durante la noche. Sí, ahí en su habitación, con la puerta cerrada y la luz apagada, el smartphone roba el sueño a nuestros hijos e hijas adolescentes.

Quizá no nos hayamos dado cuenta pero ya no lee, tarda más en hacer los deberes, tiene mucho sueño por las mañanas, rinde menos en el colegio, está muy distraída… Su cita nocturna con el vamping contiene a sus amigos, claro, pero también contiene riesgos enormes. Los conocemos, quizá no haga falta nombrarlos pero ahí van algunos: la pornografía, el sexting, el acoso escolar, el abuso, la incitación a la anorexia, los retos de riesgo… ¿Seguimos?

El consumo excesivo de Internet es consumo del tiempo de nuestra vida en asuntos que muchas veces son estupideces y ni nos van ni nos vienen. La respuesta debe ser familiar y consiste en el ayuno digital. De lunes a lunes, incluidos los fines de semana y las vacaciones, a partir de las nueve de la noche- o de la hora súper temprana que os parezca mejor- los móviles de nuestros hijos deben estar apagados y en nuestro poder. Habrá que aguantar enfados y malas caras, pagaremos el peaje de tener apagado también el nuestro, o al menos de no emplear nosotros tiempo en nuestras redes hasta que no se duerman. Seremos padres “feroces, injustos y espantosos”, pero no para siempre. Tal vez recuperemos tiempo para la familia, para vernos y escucharnos. Ellos estarán más despiertos y atentos en clase. Y los vamos a rescatar de los colmillos del vamping.

“No malgastes tu tiempo viviendo la vida de otro” es una de las paradójicas y míticas frases de Steve Jobs. Nos la dice a nosotros, claro.

He puesto al smartphone un temporizador para mis horas de navegación, y la alarma siempre me sorprende: "¿Ya llevo tanto tiempo dando vueltas a nada?"

Para celebrar mi primera semana con temporizador fui ayer a la biblioteca municipal, que está al lado de casa, y me saqué dos libros. Uno en ruso, porque yo quería aprender ruso antes de que este aparatito devorara mi tiempo. Media página llevo.

Es un reto, casi un entrenamiento olímpico. ¿Nos atrevemos?

Preparados, listos, ya.