Los sueños no son clave
ni expresión ni proyección
de la vida de vigilia.
Son capítulos de una
aventura
que el ser humano,
despierto o dormido,
vive siempre.
Inicio del libreto de la ópera Oniros, de Alberto Arroyo
El domingo 29 de noviembre se estrena la ópera Oniros,
del compositor español Alberto Arroyo, en la sala central del Conservatorio de
Música de Dresde. Tengo el honor de ser la autora del libreto
Quisiera compartir con vosotros la historia que cuenta esta ópera y algo de su música y escenografía.
Decorado de Oniros, Konzertsaal, Hochshule fur Musik, Dresden
Oniros, el protagonista, es
una figura casi mitológica, un semidiós que porta el espejo donde cada uno de
nosotros ve reflejados sus sueños. No solo aquellos que habitan en los
laberintos de nuestra consciencia, sino aquellos en los que la imaginación y la
memoria nos aseguran que es posible una vida más plena y un mundo mejor. Por
eso, en el primer acto de la ópera, Penélope se ve a sí misma en el espejo,
abrazando ya a su esposo Ulises. En el segundo acto, el senegalés Diambar,
antes de echarse al mar, se sabe ya ciudadano de una tierra sin hambre. Y en el
tercer acto, Filoniros, el filósofo que estudia los sueños, se observa en el
espejo como dueño ya de todas las respuestas.
Sin embargo, el espejo de
Oniros contiene una cualidad terrible: quien se queda dormido frente a él nunca
sabe al despertar si ya está despierto o sigue dormido. No sabe en qué lado del
espejo se encuentra, y vivirá obsesionado por una pregunta: ¿es real la
dimensión en que se desenvuelven la imaginación y la memoria?
El epílogo habla del momento
presente, cuando una amenaza insólita se cierne sobre los sueños. Hoy las
máquinas nos conceden todos los deseos de forma instantánea. ¿Necesita
imaginación y memoria quien obtiene en el acto todo lo que desea?
Por eso la última frase de
la ópera- cantada por Filoniros, que ha descubierto el secreto de su origen-
viaja como un eco hacia nosotros: “¿Qué será de la humanidad a partir de
ahora?”
Oniros es una auténtica
ópera, y por eso le sucede lo mismo que a todas: lo más flojo es el libreto. La
música de Alberto Arroyo es extraordinaria. Si tuviera que definirla, diría que
es profunda, expresiva, suntuosa y sencilla a la vez, contemporánea y con un
destello de eternidad. Aquí puede escucharse un fragmento. Me llama
especialmente la atención esa taquicardia de latidos de los instrumentos de
percusión.
Alberto Arroyo (Barcelona,
1989) es uno de los compositores más influyentes y con mayor talento de su
generación. Como el verdadero artista que es, su música apela directamente al
alma y es perfectamente reconocible, que es quizá uno de los signos más claros
de los grandes compositores.
Conocí a Alberto hace muchos
años, cuando era casi un niño y el mejor amigo de mi hijo mayor. Incluso
entonces sabía ya que sería músico. En estos años lo he visto trabajar y
esforzarse para conseguirlo, estudiando en Madrid, Zaragoza, Boston y ahora
Alemania, donde vive. Fue el compositor más joven en obtener el Premio Nacional
de Jóvenes Compositores, y tiene decenas de reconocimientos. En este enlace
puede conocerse más sobre su vida y su obra.
Le admiro profundamente como artista y como persona. Aún recuerdo su alegría de niño el día que descubrió que Arroyo en alemán se dice Bach. Se sintió predestinado.
Su invitación a escribir el libreto no estaba en mis
propios sueños. Quizá la ópera habla de ellos porque Oniros ha unido sus sueños
como compositor y los míos como escritora y amante de la ópera.
Mi mayor reto al escribir
fue la sinceridad, porque dentro de la música no puedes esconderte, ni hay
lugar para los trucos y las mentiras. La música siempre dice la verdad. Quizá
lo más sorprendente fue colaborar con el traductor al alemán y descubrir las
enormes diferencias de estructura y matices entre nuestros dos idiomas.
Oniros expone retos del ser
humano con el lenguaje de la música contemporánea y la colaboración de
cantantes y escenógrafos de primer nivel, unidos al rigor, la exigencia y la
calidad del Conservatorio de Dresde. Para mí ha sido un honor inmenso formar
parte de esta aventura.