BIENVENIDOS

Bienvenidos a esta sala de profesores. Gracias por compartir conmigo las ganas de pensar sobre educación.



martes, 21 de enero de 2020

Pin parental



                                                                                 Móstoles (Madrid), monumento al maestro.



El debate sobre el denominado pin parental- en los términos agresivos y banales en que se está desenvolviendo- constituye una mera irrupción, en mi opinión innoble, de la política en la escuela. Cuando los partidos políticos quieren desviar la atención sobre problemas serios o necesitan titulares para evitar la irrelevancia, meten a la educación por medio, porque la escuela puede con todo, lo aguanta todo. Y mientras tanto sus necesidades verdaderas quedan sin cubrir.

Sin embargo, el asunto es muy importante, determinante para la sociedad, y merecería una reflexión mucho más seria. Porque lo que subyace en el fondo es la pregunta nuclear: qué es la educación y quiénes son sus agentes.

Los hijos están bajo la tutela de los padres, y subsidiariamente, durante el horario escolar, lo están de los profesores, que estamos obligados a mostrar con ellos- lo dice así la ley- la solicitud de un buen padre de familia

Los padres tienen el derecho y el deber de educar a sus hijos en sus creencias, y la sociedad tiene el deber de transmitir su herencia cultural, sus usos y costumbres, lo que constituye sus cimientos – en nuestro caso los cimientos de una democracia occidental y un Estado de Derecho-. En España, la transmisión del “modo de empleo de una sociedad del occidente democrático”, la realiza la escuela a partir de las leyes educativas. Cuando hablamos del derecho a la educación nos referimos a eso. Porque eso es educar en lo que compete a la escuela, por eso es obligatoria la educación, por eso no se permite a las familias que impidan a sus hijos, por ejemplo, aprender a leer; por eso es tan importante que las leyes de educación estén bien redactadas y partan de amplios consensos sociales y políticos, por eso es tan importante un pacto de Estado por la educación.

Las actividades complementarias a las que alude el pin parental son obligatorias, evaluables y desarrollan contenidos de la ley de educación vigente, que hasta el día de hoy es la LOMCE, promulgada por el PP. Puedo referir las que realizan mis alumnos: la policía municipal viene a hablar sobre educación vial, la policía nacional sobre los peligros de las redes sociales, para abordar los ecosistemas establecimos una videoconferencia con el destacamento del ejército español en la Antártida, ha venido un experto en oratoria para dar claves sobre cómo hablar en público, el abuelo de un alumno- experto en egiptología- vino a contarnos claves de la civilización egipcia…, todo ello al ritmo de los contenidos establecidos en la programación del curso. Los profesores organizamos esas actividades porque pensamos que enriquecen a los alumnos, los padres las conocen, el consejo escolar del centro y la inspección educativa las aprueban. Si surgen a mediados de curso y no se pueden haber incluido en la programación anual- como sucedió con la oportunidad de la Antártida- somos los propios profesores quienes estamos obligados a filtrarlas desde un punto de vista ético y, por supuesto, desde el momento en que las familias dejan a sus hijos a nuestro cuidado, contamos con que confían en nosotros. 

Establecer suspicacias, abrir brechas en la confianza entre padres y profesores es un juego peligroso que nunca debe iniciarse para obtener rédito político. Los colegios no pueden ser un campo de batalla. Los profesores cumplimos con la responsabilidad que hace recaer sobre nosotros la sociedad. Si no lo hacemos así, respondemos ante la justicia con uno de los reglamentos disciplinarios más duros de Europa.

El propio consejero de la Comunidad de Madrid ha afirmado que en este aspecto no hay ningún problema. Y sin embargo estamos escuchando y dando titulares a afirmaciones tremendas. Qué pena.


domingo, 19 de enero de 2020

Estética





Finlandia, ese país que supo sacar la política de la educación, ha puesto en marcha una campaña para denunciar cómo están afectando los estándares actuales de belleza a los niños y jóvenes. Es un problema que nosotros compartimos también. Los influencers, los filtros de imágenes y la omnipresencia de las redes sociales afectan de forma grave y creciente a la autoestima de los niños y a la percepción que tienen de su aspecto físico.

Una muchacha bella es hoy una imagen virtual con el rostro recauchutado; bellos son los modelos e influencers a quienes sus seguidores nunca han visto en realidad; bellos son los héroes y heroínas de los videojuegos, con sus ojos gigantescos y sus cuerpos imposibles. Y el niño o la niña normales -los que llevan aparato de ortodoncia y les salen granitos- son, sin más, feos. Pero no lo viven a la manera tradicional, porque siempre existieron los complejos, sino peligrosamente expuesta a las burlas de millones de desconocidos.

La edad media de inicio de las operaciones estéticas es ya de 26 años y bajando; hay quien regala a sus hijas la rinoplastia o el aumento de pechos a los 18; cada vez se ven más caras jóvenes estandarizadas, con las mismas narices y los mismos cuerpos. Cada vez son más los chicos y chicas que quieren  parecerse a sus propios selfies tratados con filtros. Y a quienes su imagen real, la que les devuelve el espejo del baño, les resulta intolerable.

Ahí, en la autoestima de nuestros hijos, enseñándoles a apreciar su individualidad y a proteger su intimidad, debemos estar a pie firme los padres. Esa es nuestra verdadera batalla, mucho más perentoria que la supervisión de las actividades escolares.

domingo, 12 de enero de 2020

Don Benito quiere ir a la escuela



                                                             Retrato de Benito Pérez Galdós por Sorolla.

“La moral política es como una capa con tantos remiendos, que no se sabe ya cuál es el paño primitivo.”

El autor de esta frase es el escritor de novela histórica más certero y ameno; creador de personajes inolvidables; el gran maestro Benito Pérez Galdós.

Cuando yo era niña, mi abuelo me dijo algo que nunca he olvidado: “Para conocer lo que es España, el número uno, Unamuno; el número dos, Galdós.”

Y claro está, desde niña lo releo. He procurado que mis alumnos conocieran a Marianela, una historia que conecta bien con las inquietudes de la primera adolescencia, con eso de sentirse feúcho y poco aceptado.

¿No es actual Fortunata? ¿No hay en los barrios madrileños chiquillas de familias desestructuradas, expuestas a todos los riesgos, como ella? ¿No se puede aprender nada de los Episodios nacionales? Al fin y al cabo son un fresco histórico del siglo XIX nacionalista y romántico, donde está el origen de nuestros conflictos actuales. Además por la prosa de Galdós no ha pasado el tiempo, sigue siendo diáfana, moderna.

Por favor, ya que tenemos por delante un año de festejos institucionales,  llevemos a don Benito Pérez Galdós a las escuelas. Deberían leerlo todos los estudiantes de la ESO y el Bachillerato. Los adultos deberíamos recuperarlo. 

Al fin y al cabo, para conocer bien a España, el número dos es…


lunes, 6 de enero de 2020

Juguetes





Qué alegría amanecer esta mañana de Reyes. Perdonen, no me he presentado: soy un niño español, pálido y orgulloso como dicen los poetas que somos los de esta tierra, soy una niña española con la piel color de azúcar andina o caribeña. Mis regalos han sido muchos o pocos, todo lo que pedí con ilusión o un poquito menos, pero hay algo precioso que yo misma puse esta mañana porque lo pongo siempre, porque es mi esencia, mi fuerza de niña: puse esperanza.

Sé que seguiré creciendo en un país unido y en paz, como lo ha sido para mis padres y mis abuelos. Sé que seguiré contando con oportunidades para estudiar, para vivir feliz, aunque los mayores deban seguir esforzándose por mejorar las cosas. Sé que cuando la maestra me pregunte mi nacionalidad seguiré sintiéndome orgulloso de decir “yo soy español, profe.”

Sé que estos señores tan poderosos que chillan tanto en los noticiarios van a tenerme presente, van a comprender que en sus manos está buena parte de mi futuro.

Esta esperanza de infancia no es un regalo, es un reto, una invitación imperativa y seria a la concordia y a la cordura. A los Reyes Magos les pedí juguetes, a los políticos les pido que no olviden que ni mis padres, ni mis vecinos, ni mis compañeros de clase, ni yo somos juguetes.

sábado, 4 de enero de 2020

La seriedad




Me gusta la seriedad. Pero, ojo con esta palabra: no estoy hablando de la falta de empatía, ni del ceño fruncido, no. Estoy hablando de la gente que es capaz de tomarse en serio las cosas serias, la que sabe que el verdadero ser del hombre es su obrar, la que vive con los ojos muy abiertos. Curiosamente, suele ser gente cuya seriedad fundamenta y da peso a una profunda alegría de vivir.



La seriedad que sabe contemplar en su justa medida las cosas serias de la vida, y por tanto ordenar bien la propia escala de valores, sitúa a quienes la viven en una postura privilegiada con respecto al mundo: la primera fila, un sitio donde todo se ve muy bien. Por eso es una virtud de gente comprometida y solidaria. Como dice el poeta Jorge Guillén:



Heme ante la realidad.

Cara a cara. No me escondo.



Quien mira cara a cara la realidad distingue lo importante de lo accesorio, y lo episódico de lo esencial. De esa manera se convierte en una referencia moral para quienes están a su lado. En una autoridad de la vida. Porque se toma en serio su propia vida y la de los demás, justo lo contrario de lo que hacen los necios, los superficiales y los falsos.



Dice Unamuno que levanta el ánimo encontrarse con espíritus nobles cuyo ahínco es hacer sentir a los demás la augusta seriedad de la vida. Diría yo, espíritus nobles que hacen sentir la importancia sagrada de cada momento de la vida.