Miramos
de reojo los nubarrones de la crisis económica y cada semana vamos apretando el
cinturón un agujerito más. Estamos
planeando ya la compra de turrones, pero este año con más cabeza, las tabletas
justas para cada día de fiesta.
Sin
embargo, seguro que no vamos a resistir
la tentación de adornar nuestra casa con el rojo fuego de las poinsetias. Porque si hay un color para la Navidad, es el
de estas hojas como llamas, tropicales en nuestro invierno frío para recordarnos
que somos vecinos de un mundo pequeño.
Y
es que, caiga lo que caiga en las Bolsas mundiales, va a llegar la Navidad. Y
quién sabe si no será este año más feliz por más austera. De hecho, a lo mejor hasta nos proponemos elegir poinsetias en vez de abetos
falsos. No estaría nada mal.
Va a llegar la Navidad y solo tendrá sentido si mantenemos su carácter de fiesta
que celebra los vínculos con los demás y con nuestra propia memoria.
Va a llegar y la magia del Belén, de los villancicos y de la alegría de los
niños serán una vez más para nosotros reservas de felicidad de las que beberemos,
como peces en el río, durante el
resto del año.
Va a llegar pero algún día nosotros
nos iremos y no volveremos más, que
dice también el villancico. Por eso este año la viviremos conscientes y
felices, para que sea recordada así por nuestros hijos.
La Navidad vendrá para llenarnos de alegría y de fuerza, de tanto color
como si el Niño naciera en un invernadero de poinsetias.
Feliz Navidad. La deseo con todo mi corazón a los amigos que me acompañan
en este blog y a toda la comunidad educativa.
Que el año 2012 sea el de la cordura, el del realismo: el año en que los
gobernantes comprendieron que no vamos a ningún sitio sin tratar con mimo a la
enseñanza pública.
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