Desde hace tiempo circula por
Youtube un vídeo cuyo objetivo es prevenir el alcoholismo juvenil. En él, una chica muy joven enseña cómo maquillarse cuando estás borracha. El resumen del vídeo es que tal esfuerzo no
conduce a nada porque la imagen está estropeada desde antes de empezar. Aunque no tiene nada que ver, lo he recordado al leer la noticia de una nueva reforma
educativa sin consenso. Tal vez porque de nuevo estaría todo estropeado antes de
empezar.
Antes o después tendremos en la
calle la sexta reforma educativa en 40 años. Estará, como todas, llena de
ocurrencias. Aún recuerdo que los estándares de aprendizaje - nunca he sabido en qué son diferentes a los criterios de evaluación- se incluyeron en la Ley Wert porque sus autores eran paleontólogos y consideraron necesario trasladar a la enseñanza obligatoria sus métodos de control.
Por supuesto, "la nueva ley" contendrá aciertos diluidos en el
presentismo de la actuación política; y esa misma politización producirá errores de bulto, como siempre. Pero si los políticos no pactan unos mínimos de acuerdo, llegará a las escuelas tan desarreglada como la muchacha del vídeo. Los profesores sabremos que "la nueva ley" será temporal, no nos la creeremos.
Si de verdad se persigue una
mejora de la calidad educativa hay que partir de un consenso. Cuesta pensar que
de nuevo vamos a reformar el sistema educativo bajo la premisa de que será modificado
en la próxima legislatura.
La falta de pacto en educación es
como un ajedrez triste. Nuestros alumnos
son las piezas.
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