Clase de Valores en un colegio público de barrio en Madrid. Alumnos de 5º y 6º de Primaria, preadolescentes. Tema de la jornada: el valor de la Belleza.
La maestra comienza preguntando si alguien puede definir la belleza, y advierte a los chiquillos sobre la dificultad de la respuesta. Entre unos y otros, lanzan la primera bomba de sabiduría: “La belleza es algo mucho más profundo de lo que perciben los sentidos. Es aquello junto a lo que te sientes cómodo y tranquilo.” La maestra, casi sin resuello, propone algunas cuestiones mientras proyecta imágenes en la pizarra digital. “¿Es bella la pirámide de Keops?”- pregunta. Y Nico, un rubiales de ojos muy vivos responde inmediatamente: -“No, porque costó la vida de muchas personas.”. Lisett, desde la otra esquina de la clase, responde con su acento cálido: “Pero no perdieron la vida por nada, dejaron un gran legado. Sí que es bella.”
“Y Mona Lisa, ¿es bella?”- continúa la maestra. Verónica, que tiene la carita de un ángel, responde: “Para mí, sí lo es. A lo mejor no es tan perfecta como una modelo pero a su lado yo me sentiría cómoda.” “¿Por qué?”- pregunta Johansel, desafiante. Y Verónica, responde como un rayo: “Porque es amable. ¿No ves cómo le sonríe al pintor?”
“¿Y el David de Miguel Ángel?” “Es bello aunque está enfadado y con la honda en la mano da un poco de miedo”. “¿Y el Moisés?” “Este es mejor. Parece vivo.” “¿Son bellas las Meninas?”- prosigue la maestra. Y David, tan reflexivo siempre, opina sin dudarlo que algunas sí y otras no. Y que, en paradoja, la más guapa, que es la Infanta, parece soberbia y altanera, y por tanto no es bella. El grupo entero está de acuerdo así que, al final, la Menina más bella resulta ser la Maribárbola. Cuando la pantalla proyecta a Dora Maar pintada por Picasso en modo cubista, se organiza casi un tumulto. Entre unos y otros llegan a la conclusión de que es bella, con sus dos narices y sus seis ojos, porque es única.
La clase va terminando y hay que buscar conclusiones. Deciden apuntar como resumen esta frase: “La belleza no tiene que ver con lo que te gusta; es algo que te detiene, sobrepasa tus sentidos y alcanza tu corazón.” “¿Un ejemplo de belleza?”- pregunta la maestra. Naiara, que es muy sabia, responde: “Charlie Chaplin.” Y entonces, una tímida Sofía, que ha permanecido toda la sesión en silencio, levanta la mano y afirma serenamente: “La belleza es la verdad.”
La maestra siente una profunda emoción ante la belleza de ese pequeño grupo humano, pero quiere dar todavía un paso más. Les hace notar que han percibido con la vista todas las obras de arte cuya belleza han juzgado y les reta a demostrar qué harían para explicar la belleza a un invidente. Y entonces Miguel, con su metro setenta y dos de muchacho bueno, levanta el brazo casi hasta el techo de la clase y responde muy seguro: “Le acariciaría despacito con los pétalos de una rosa.”
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