Desde hace dos años, España vive en el frenesí de los ajustes económicos. Estamos sumidos en una quiebra financiera, a punto de poner el pie fuera de la zona euro y ruborizados ante Europa porque no hemos sabido hacer los deberes. O al menos eso dice el Telediario.
Es
imprescindible colapsar las aulas aumentando las ratios, echar a la calle a los
profesores jovencitos, mantener dando clase a los maduros hasta que caigan al
suelo, cerrar programas y aulas. Si no lo hacemos así nos hundiremos. Los
recortes brutales que han sajado al sistema educativo en los dos últimos años
no son suficientes. Hay que recortar de nuevo. O al menos eso dice el
Telediario.
Dice
el Telediario que estos tajos deben hacerse de arriba abajo y limpiamente. No
es conveniente que se discutan en las mesas de negociación con los
representantes del profesorado, no es razonable que tengan excepciones ni que
contemplen la realidad de las aulas. No tiene importancia la destrucción de
tres décadas de trabajo - a lo mejor poco lucido pero muy serio - por la mejora
de las condiciones del profesorado y la atención a los alumnos más
desfavorecidos.
Lo
propio, además, es que no se explique por qué se recorta en educación mientras
se mantienen la duplicidad de administraciones,
los gastos suntuarios, los asesores, las subvenciones y muchas
tonterías. Según el telediario, las razones de esta decisión se ciñen
estrictamente a: porque sí, porque no hay más remedio o porque qué otra cosa
podemos hacer.
Esto
es demasiado. En un país como el nuestro, cuya principal fuente de riqueza es
la gente, no se puede dañar de esta manera la educación. Los recortes que
estamos acumulando desde hace dos años están dejando heridas profundas en la
situación de un sistema educativo que ya necesitaba curas para el fracaso
escolar y árnica para los docentes. Como se están realizando con una política
de hechos consumados y se evita el diálogo con los representantes de los
afectados, los recortes están produciendo una desmotivación profunda en los
claustros y, por qué no reconocerlo, también en los sindicatos.
El
Consejo de Ministros ha aprobado un aumento de las ratios que ahorrará no
sabemos cuánto dinero. A cambio, puede afectar gravemente a la Educación
Infantil de tres años, a las escuelas rurales, a los centros de integración, a
los que escolaricen alumnado con necesidades educativas –todos-, o a los ubicados en zonas de especial
dificultad socio- económica. También a
las clases de los dos primeros cursos de ESO y a los centros de Formación
Profesional en las ramas técnicas que precisen clases prácticas en laboratorios
o talleres.
El
aumento del horario lectivo del profesorado- una medida que muestra un profundo
desconocimiento del trabajo docente- complicará hasta el caos la gestión de los
centros escolares que cuenten con pocos profesores, dejará sin apoyo a las
etapas de Infantil y Primaria y sobrecargará a los profesores de Secundaria.
Alguien
tiene que reconocer el enorme esfuerzo que están haciendo los profesores para
que España pueda salir de la crisis. O
al menos para que lo diga el telediario.
Alguien
tiene que dar explicaciones de por qué hemos llegado hasta aquí en tan malas
condiciones. Alguien tiene que hacerse responsable de este desastre económico y
pedir disculpas a los profesores, a los alumnos y a sus familias. Porque cuando
se suavice la presión europea sobre la deuda, como parece que va a suceder a
medio plazo, pocas cosas habrán cambiado en los fastos públicos de nuestro
país, pero la educación estará arrasada como un desierto. Y el futuro estará en
la cuerda floja. No quiero pensar que nuestra máxima aspiración como sociedad
sea convertirnos en una sucursal de Las Vegas.
El
Gobierno de España y todas las administraciones públicas tienen que
comprometerse a que no haya más recortes en educación. Tienen que atreverse a
dar marcha atrás en los actuales si la presión europea se suaviza. Tienen que
esforzarse por establecer cuanto antes las reformas necesarias en el sistema
educativo, y tienen que mostrar el máximo respeto en las declaraciones públicas
cuando hablen de los docentes.
No creo que esto sea pedir demasiado.
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