La Fundación
Mundo del Superdotado, que preside la generosa e incansable Carmen Sanz Chacón,
está realizando una labor impagable por la visibilidad y la normalización de
los alumnos superdotados. Son, según las estadísticas, más de 142.000 en toda
España, un 2% de la población escolar. A día de hoy tenemos seguramente al
menos uno en clase y diez en el centro educativo. Los docentes nos encontramos
con decenas a lo largo de nuestra vida profesional, la mayoría de ellos sin
identificar.
La
Fundación acaba de celebrar su IV Congreso y ha entregado de nuevo premios a
los centros que potencian el aprendizaje de los alumnos con altas capacidades. Los
profesores ganadores han compartido experiencias reales, valientes y diversas,
de centros educativos que han comprendido verdaderamente cuál es el sentido completo de
la atención a la diversidad.
Nos
encontramos en estos momentos inmersos en este proceso del aprendizaje por
competencias. En este marco, la séptima competencia, según están enumeradas por
el famoso informe de Jacques Delors, es la denominada aprender a aprender. Tiene dos dimensiones fundamentales. Por un
lado, la adquisición de la conciencia de las propias capacidades y las
estrategias necesarias para desarrollarlas. Por otro, disponer de motivación,
confianza en uno mismo y gusto por
aprender. Este debe ser el marco en el que se desenvuelva la atención a los
alumnos con altas capacidades y estos deben ser los objetivos de la atención
que se les preste. Porque ellos, con su mente poderosa, nos apelan a los
docentes más que ningún otro tipo de alumnado y nos ponen frente a nuestra
capacidad de respuesta. Y es que, en
terrible paradoja, el fracaso escolar ha sido hasta hoy el
destino de muchos alumnos superdotados, condenados al fracaso en unas aulas
que, como el famoso lecho de Procusto, sirven sobre todo para amputar talentos
en busca de una homogeneidad - de un “termino medio”- imposible.
Uno de los filósofos fundamentales del
siglo XX, Martin Heidegger, dice en una de sus obras: ¿Es verdad que pensar contra las creencias comunes conduce
necesariamente a lo negativo? La primera creencia común es que no tenemos
en cada aula un alumno al menos con una capacidad superior a la media. La
segunda, que este chico, esta chica, pueden desenvolverse solos. Estamos
obligados a romper la estructura de prejuicios que convierte a los superdotados
españoles en un tabú, y buscar para ellos, de una vez, soluciones adecuadas.
Porque la excelencia y el talento deben jugar un rol protagonista en nuestro
futuro y el de la sociedad en que vivimos.
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