El Ministerio de Educación ha
presentado al Consejo de Ministros un documento sobre la reforma que, en contradicción con lo
expuesto en su preámbulo, no ha sido debatido con la comunidad
educativa.
Lo curioso es que la reforma es necesaria, pero no puede ser la que ahora le toca a este Gobierno, una reforma de paso en espera de lo que pueda suceder mañana. Si se proponen cambios en el modelo y estructura del sistema educativo, en las
condiciones laborales del profesorado y en la organización de los centros, hay que partir de un acuerdo
de mínimos que implique a la comunidad educativa, agentes sociales y
administración.
Los recortes sin tregua hacen imprescindible además una
memoria económica con financiación
suficiente para garantizar la viabilidad de los objetivos de calidad que propone este anteproyecto. Es incongruente que se hable de atención más individualizada, de otorgar importancia a la expresión oral en la clase de inglés o de favorecer el uso de las TIC mientras se recortan plantillas de profesores y se aumenta el número de alumnos por aula. La calidad es incompatible con las últimas medidas de recortes adoptadas por
el Gobierno y las comunidades autónomas.
En cuanto a los aspectos concretos
de la reforma, en una primera valoración es necesario señalar:
La vertebración del sistema
educativo. Garantizar las enseñanzas comunes en todo el Estado es hoy casi una cuestión de supervivencia. El
anteproyecto aumenta sustancialmente los porcentajes destinados a las materias
comunes, pero con los porcentajes de la ley actual había ya suficiente garantía de vertebración si se cumplieran.
Además de los contenidos curriculares, la vertebración debe abarcar también a la política del profesorado: el carácter estatal de los cuerpos docentes, la formación inicial de los futuros profesores, el
acceso a la docencia, la oferta de empleo público... No podemos seguir aumentando las diferencias entre las comunidades autónomas, como no debemos ahondar en las diferencias entre la red pública y la privada.
En cuanto a la estructura del
sistema educativo, Todos sabemos de la necesidad de flexibilizar la estructura de la
enseñanza secundaria y de otorgar mayor importancia a la formación profesional.
El anteproyecto modifica la estructura de la enseñanza secundaria al
convertir 4º de ESO en un curso con dos opciones diferenciadas: enseñanzas académicas y
profesionales, que deberán ser completamente permeables y flexibles. Establecer una formación profesional básica que no conduzca a la
consecución del graduado en ESO es abrir una vía muerta. Así no vamos a solucionar la falta de
motivación que conduce al abandono escolar. Por tanto debe garantizarse para todos aquellos que superen la formación
profesional básica una vía inmediata de acceso a la consecución de la
titulación mínima que les permita seguir progresando en el sistema educativo y
no solamente a través de la vía de la formación profesional. Es imprescindible
además abrir el mayor número de ciclos formativos, y profundizar más en las
posibilidades de la FP dual.
Uno de los puntos novedosos de este anteproyecto es la presencia de evaluaciones obligatorias en diversos
tramos del sistema educativo. El resultado de las evaluaciones debe considerarse
un diagnóstico para intervenir en las necesidades del sistema educativo y estar
asociado a las acciones de refuerzo o de modificación de las prácticas
educativas que sean necesarias, puesto que debe seguir teniendo peso específico
la evaluación continua.
El anteproyecto contiene un controvertido punto que modifica sustancialmente
las condiciones laborales y de movilidad del profesorado: la
reasignación de los efectivos docentes. Una reforma educativa no puede suponer ni una remoción ni una reconversión
encubierta de los puestos docentes, al igual que la profundización en las
materias instrumentales no puede suponer de ninguna manera perjuicios para los
profesores especialistas. La flexibilidad curricular puede permitir que se
profundice en las materias instrumentales sin perjudicar a las plantillas de
los centros ni reconvertir al ya muy castigado personal docente.
Es imperativa
la negociación. No prosperará ninguna reforma que se
haga de espaldas a los docentes y que contribuya a aumentar el sentimiento de
indefensión del profesorado ante la pérdida actual de derechos laborales.
¿Es oportuna la reforma ahora, en mitad del temporal? ¿Se la creerán los profesores, sin los cuales no podrá llevarse a cabo? Hay demasiadas dudas, mucha ideologización en algunas propuestas, ausencia de compromisos contraídos en el programa electoral - como el bachillerato de tres años- poco consenso y ningún dinero.
Qué pena aquella ocasión perdida del pacto por la educación.
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