Un año más, he podido disfrutar del precioso
aprendizaje vital que es firmar en la Feria del Libro.
Ahora disfruto de ese privilegio tal como es en realidad, una
experiencia biográfica. En los primeros años me sentía tontamente avergonzada por estar
ahí, un poco a la venta en el escaparate; luego quise precisamente estar a la venta y
vender muchos libros. Ahora es cuando disfruto al contemplar el mundo que pasa frente a esa ventana insólita que es la caseta. Aprendo de la gente que me mira, de la que me
ignora, de la que me sonríe, de la que me otorga la confianza de comprar un
libro.
Cuando se acerca alguien interesado en lo que yo he hecho y sé que voy a compartir parte de mi vida, siento una emoción especial. Porque en un libro el autor está abierto en canal, y se muestra, quiera o no quiera, tal como es. Y cuando conoces a quien va a leerlo, a interpretarlo a su manera propia, vives una experiencia transformadora. La explica muy bien Fernando Savater en el prólogo de Memorias de la Pizarra y se llama "el contagio de lo humano".
Gracias de todo corazón a quienes se han acercado a mí en esta Feria del Libro. Espero que mi trabajo os resulte grato.
¡Gracias Paloma!
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