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martes, 5 de julio de 2011

VACACIONES "DE MAESTROS"


                                                         Foto: profesores en un curso de verano.

Ya estamos en verano y ya vuelve a la prensa la serpiente de las “vacaciones de los maestros”. Un año más, se convierte en tema de polémica el mito de los… ¡tres meses de descanso! A estas alturas parece increíble.
No es solamente que miles de profesores dediquen el mes de julio a la formación, y que el mes de septiembre se quede corto con la programación del curso, es sobre todo que las vacaciones de verano de los alumnos son un problema de conciliación entre la vida familiar y laboral. El mito de las vacaciones docentes se sostiene porque estamos hablando de niños que no pueden quedarse solos, y no de adolescentes ni de jóvenes universitarios. Por eso las críticas afectan solamente a los maestros de Primaria. Pero no es nuestro trabajo docente el que debe propiciar la conciliación. No podríamos dar clases formales en junio a niños menores de doce años aunque quisiéramos. Es la sociedad, son los municipios, las asociaciones de padres y las administraciones quienes deben facilitar a los niños la posibilidad de establecer aprendizajes informales en el tiempo de verano para suplir el horario laboral de sus padres, y supervisados por profesionales específicos.
No nos engañemos con respecto a la conciliación. Conciliar es convivir. El horario de apertura de los centros educativos no compensa la vida familiar. El verdadero reto de la conciliación familiar y laboral es que permita a los padres ejercer su derecho y su deber de educar, y que permita a la escuela cumplir con su papel específico y propio: el lugar del conocimiento y el aprendizaje formalizado.  De septiembre a junio, que es cuando toca.

1 comentario:

  1. Matemática elemental. De 8 a 17 h. me salen 9, que supera ampliamente la jornada laboral establecida por la ley. En toda Europa hacen en las empresas una pausa de media hora para comer un poco y salen a su hora para disfrutar de familia, aficiones... si nos empeñamos en tres horas para comer y dormir la siesta y luego en otras dos para calentar la silla en la empresa, la única manera de conciliar la vida familiar con la laboral es enviar a los niños a un internado y que los padres los vean cuando les vaya bien. Es muy fácil cargar las tintas contra los docentes en vez de plantar cara en las empresas y luchar por un horario lógico y legal. ¿Pero quien renuncia a las horitas extra que se pagan en B o a la posibilidad de un ascenso laboral por unos malditos mocosos?

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