EDUCACIÓN PARA SALIR DE LA CRISIS.

Decía José Saramago que las decisiones nos toman. La primera reflexión de este blog tiene que brindar un homenaje al gran escritor que acaba de dejarnos, un hombre sin el cual el mundo es hoy un poco menos ético.
Es verdad, las grandes decisiones nos toman. Nos conducen por caminos no previstos, traen consecuencias no imaginadas. Modifican la vida. Tener hijos o dedicarse a la enseñanza, por ejemplo, son decisiones que nos toman  porque implican adoptar ante la vida actitudes determinadas, poner en práctica valores concretos. Para quienes tenemos la tarea de educar a hijos, o de enseñar a alumnos, el camino vital es inevitablemente más ancho.

Sin embargo, en este momento en el que España parece perder la confianza en el futuro, todos debemos tomar la decisión de la educación. Debemos dejar que la educación nos tome.

Esto implica, en primer lugar, reconocerla como asunto de máxima prioridad para toda la sociedad y para el Estado. Hay que dejar de emplearla como arma de confrontación política. Desde aquí un pequeño duelo por el fracasado Pacto por la Educación, que contenía tantas iniciativas oportunas.

Según datos de la UE, en un par de años sólo habrá empleo para un 11% de trabajadores no cualificados. ¿Vamos a seguir mirando para otro lado con nuestro 30% de abandono escolar, que implica la ausencia de cualificación laboral? ¿No nos pedirán explicaciones esos jóvenes?  Es imprescindible un cambio de modelo educativo hacia parámetros basados en la valoración del conocimiento, la exigencia en el aprendizaje, la evaluación rigurosa y el esfuerzo para obtener lo mejor de cada alumno. Tenemos que sentarnos a pensar cómo vamos a hacer esto, y a enterarnos bien de cómo lo estan haciendo aquellos a quienes les va mejor.

Es la hora también de reconocer y valorar a los profesores. No es fácil insistir en estas cuestiones cuando se acaba de publicar un decreto que nos baja todavía más el sueldo. La sociedad que valora el trabajo que se lleva a cabo en las aulas es más justa.

Y tenemos que regenerar nuestros valores para convertirnos en una sociedad que envíe a la gente joven modelos y referencias más empoderantes, menos consumistas, más auténticos. Una sociedad a la que la salud física y mental de la gente joven le importe de veras.

No hay tiempo que perder.  Desde los hogares hasta el prime time de las televisiones, desde el parlamento a los despachos, vamos a tomar entre todos la decisión de la educación. Ya.