En
la mitología griega, Procusto era un posadero del Ática que acomodaba a sus
huéspedes en un lecho en el cual tenían que caber exactamente. Si algún viajero
era más alto, y le sobresalían la cabeza o los pies, Procusto se los aserraba
sin compasión. El mito es conocido y todos lo hemos empleado como metáfora
alguna vez. Nadie nos dijo, sin embargo, que el mayor número de personas
achicadas por Procusto eran mujeres.
Yo
conocí a la primera mujer universitaria de mi ciudad natal. Vamos a llamarla
Mina. En los años cuarenta y cincuenta del siglo XX fue compañera de colegio y
amiga de mi madre. Contra viento y marea, contra la opinión de quienes la
señalaban por la calle, Mina quería ser médico e ingresó en la Facultad de
Medicina. Recuerdo haber visto su fotografía en la orla de su promoción. Entre
aquella colección de caras en blanco y negro y con bigote, llamaba la atención
encontrar allí a una muchacha guapa y sonriente, con uno de esos peinados
esponjosos de Doris Day en sus películas de los 50.
Mina era superdotada, es
decir un doble o triple bicho raro en aquel momento. Terminó la
carrera con notazas, se casó con un compañero de facultad, tuvo hijos, no
ejerció la medicina. Se unió al ejército en la sombra de las mujeres
superdotadas que han permanecido escondidas. Porque por cada Hipatia, cada
María Curie o cada Hedy Lamarr, ha habido a lo largo de la historia millones de
abuelas brillantes, cocineras increíbles, almas de la familia, estupendas
escritoras de cartas, pintoras de desván, científicas en sueños. Anónimas y
olvidadas. La historia de Mina sucedió hace poco tiempo y nos hace comprender
hasta qué punto acarreamos las mujeres un retraso en la incorporación a la
historia. Hasta que punto el lecho de Procusto ha trabajado especialmente bien
para nosotras.
Hoy
tengo presente a una maravillosa alumna, a quien vamos a llamar Nina. Cuando la
conocí, chiquita, en cuarto de primaria, me di cuenta enseguida de que era una
superdotada de libro: mentalmente muy rápida - hasta el punto de resultarle
incómoda a los demás- ignorada por sus compañeras en los recreos y las
excursiones, independiente, introvertida, muy participativa en clase, con
múltiples intereses, despistada, extremadamente sensible e insegura, con buenas
notas, que pasaba el recreo leyendo, quería ser escritora y, aún así, se le iba el santo al cielo y ponía
faltas de ortografía en palabras que conocía bien. La niña rara.
Hablé
con la familia de Nina en cuanto pude. Solicitamos de la orientadora escolar
una prueba de superdotación. Las de la Comunidad de Madrid son del modelo que
yo llamo Leonardo da Vinci, es decir, obligan a la alumna a demostrar que es a
la vez científica y artista. Nina tenía creatividad para las soluciones
verbales a los problemas, no para las gráficas. Como dibujaba fatal, se quedó a
las puertas del diagnóstico, algo que no le hubiera ocurrido, por ejemplo, en Murcia, donde aplican otro modelo. Tuve que explicar a sus padres que era superdotada
aunque “no lo fuera”. Sin embargo, la posibilidad de que sus desajustes
provinieran de su capacidad intelectual, algo que a ella no se le había
ocurrido, la rearmó. Nina se comprendió a sí misma. Ahora le va bien en el
instituto. Yo creo que será escritora tal como siempre deseó.
Es
importante desvelar a una mujer que su retrato extraño puede corresponder a una
persona con un nivel superior de inteligencia. Porque todavía hoy esto no es lo
primero que se nos ocurre. Es importante que los profesores desarrollen una
alerta especial para las niñas superdotadas. Porque las tenemos ahí, poniendo
morritos en Tik Tok para que nadie les note la rareza.
Si en una sociedad como la actual la
inflexibilidad del sistema se muestra incapaz de responder las demandas del
alumnado, las carencias son aún más notorias frente a las alumnas superdotadas. Nadie puede dudar de que – con sus
currículos inamovibles, con su obsesión por las notas numéricas, con su
intervención exagerada en todos los pormenores del aula y su burocratización-
el sistema educativo está diseñado para uniformizar. De ahí su desconexión con
una escuela necesariamente viva, humana y, por tanto, heterogénea. De ahí
también que quienes escapan de esa uniformidad, porque necesitan más cantidad y
calidad en los aprendizajes, no encuentren respuesta.
Se suceden las leyes y seguimos sin actuar
sobre la piedra angular de cualquier innovación metodológica destinada a los
alumnos con altas capacidades: su detección. La escuela no los conoce, no los
identifica ni comprende sus características. Pero la escuela eres tú. Mientras
las leyes aterrizan en la realidad social, los profesores, ¿por
qué no las detectamos? Este es el examen de conciencia que debemos realizar.
Por
inercia. Existe una predisposición a continuar trabajando tal como se ha
hecho siempre. Una de las rutinas profesionales más arraigadas estriba en la
creencia de que los alumnos con altas capacidades no necesitan atención
específica porque aprenden solos. La atención personalizada a estos alumnos
implica un movimiento en la estabilidad, la comodidad y la previsibilidad- solo
aparente, en cualquier caso- del trabajo docente.
Por individualismo.
Ha terminado ya el tiempo del apego del profesorado al aula como territorio o
finca particular, en el que nadie ni nada se inmiscuye. Y cada docente y cada
escuela deben comprenderlo. Hoy todos somos ya tutores de todos, maestros y
discípulos de todos. Los alumnos con altas capacidades nos apelan aunque estén
en la clase de al lado.
Por nuestra propia formación. La formación inicial y permanente sigue sin contemplar
la presencia en las aulas de alumnos superdotados.
Por el control burocrático que despoja a los docentes de control sobre su
propio trabajo y les hace ser vistos- e incluso sentirse- como meros ejecutores
de las leyes y normativas. Vivimos bajo la tiranía de los currículos y las pruebas externas. A estas alturas de curso, el lamento más generalizado es "no termino la programación".
Por la falta de referentes y modelos sociales de mujeres inteligentísimas.
En líneas generales, buscamos al nuevo Einstein, al nuevo Hawking… A la nueva, ¿quién?
¿Cuáles son los modelos? Hipatia y Marie Curie ya van quedando lejos. Madonna
es casi con toda seguridad una superdotada, pero no un referente, ¿verdad? Para ilustrar este post he buceado en la búsqueda avanzada de imágenes de Google -entre las que se pueden compartir libremente- y para el concepto "niña superdotada" solo hay ocho fotos. Todas son de Marilyn Monroe. Por favor, comprobadlo. Hay que verlo para creerlo.
Por falta
de apoyos de la administración educativa. La escasa sensibilidad de los
poderes públicos hace que los presupuestos de educación sean bajos, los
recursos técnicos y humanos escasos y los apoyos a la labor docente
insuficientes.
Para
encender la luz sobre nuestras las niñas superdotadas tenemos que desaprender.
Desaprender es darse cuenta de que,
entre las chicas que te miran desde sus pupitres, hay una o más que cuentan con
altas capacidades intelectuales, y que necesitan que sepas cómo atenderlas. Es
dar más importancia al proceso, al paso de estas alumnas por el aula, que al
resultado; no enseñarles aquello que pueden aprender por sí solas; asumir que
ellas también pueden enseñarnos algo; comprender que lo que se aprende en la
clase debe tener sentido fuera de la clase; potenciar la reflexión y el
espíritu crítico; ayudarlas a hacer alguna “locura”, por ejemplo compartir sus
intereses ante la clase.
Hay que atreverse a romper el corsé de la rutina y verlas tal como ellas son en
realidad. Porque las niñas superdotadas están ahí delante. Nos esperan. Nos miran.
Tocas un tema interesantísimo y tienes mucha razón en lo que planteas. Siempre me ha interesado la sobredotación; creo que los profes tenemos una carencia importante (bueno, tenemos muchas) en este campo y necesitamos formarnos, aprender y, en cierto modo, perder el miedo a unos alumnos que nos oueden poner en aprietos. ¿Por dónde empiezo? ¿Acudo a la asociación de mi localidad que tratará de sacarme la pasta primero en formaciones no regladas y luego para que les haga el servicio de derivarles a los chicos? ¿por dónde empiezo?
ResponderEliminarNatxo, yo colaboro con la Fundación Mundo del Superdotado. Puede ser interesante que bucees en su web. No podemos seguir con los ojos cerrados. Gracias por el comentario.
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